Uso el diminutivo de hermano porque así suele saludarme el grande pensador y cuate de un servidor, Carlos Díaz. Una vez escribió el prólogo para un libro mío y dijo una frase maravillosa: yo quiero lo que Jaime quiere. ¿Hay mayor fortuna de una amistad que se expresa tan alto? ¿Hay mayor compromiso?
Cuando Carlos me anunció que podía venir a Querétaro, en medio del trajín interoceánico que se cargan él y Mary Juli, su esposa, acepté de inmediato. Continuar leyendo
Esta semana se presentó en Roma Aleteia-Buscando la verdad. Un equipo de profesionales católicos de la comunicación —bajo el patrocinio de los consejos pontificios para las Comunicaciones Sociales y para la Promoción de la Nueva Evangelización— responde así al llamado del Papa Benedicto XVI para revitalizar la fe.
Menudo jaleo se ha armado por la reforma al artículo 24 de la Constitución. Es el que habla de la libertad religiosa. Uno de los 30 derechos humanos fundamentales, que en México aparece como un derecho de segunda división. Nadie lo pela. Y cuando lo pela alguien es para criticar –cómo no—a la Iglesia católica. También a los católicos que defendemos este derecho humano, como válido y necesario para la paz.
Entre 1995 y 1996, el conocido escritor Umberto Eco y el cardenal arzobispo de Milán, Carlo María Martini, sostuvieron un diálogo epistolar en la revista italiana Liberal, del que surgió el libro ¿En qué creen los que no creen? Se trató de un debate, al más alto nivel, sobre algo que resulta esencial en nuestro mundo: los fundamentos de la ética.
Hace tres años, al cumplirse 40 de la llegada del hombre a la luna (20 de julio de 1969), leí el libro de Antonio Muñoz Molina El viento de la luna. Neil Armstrong era el comandante de aquella misión Apolo XI, junto con Buzz Aldrin y Michael Collins. Fue el primer hombre que puso su pie en el satélite terrestre. Tenía 38 años. El sábado 25 de agosto murió.
He leído de un tirón este bello librito, escrito por el padre franciscano Eloi Leclerc. Es una «puesta al día» de San Francisco de Asís; una metáfora del tipo de decisiones que se tienen que tomar cuando una situación estable se torna gravísima. El caso que sirve de pretexto literario para entrar en el alma de San Francisco es la terrible amenaza de ruptura que sufrió la Orden todavía en vida de su fundador.
Nadie entre nosotros es capaz de predecir la conducta del otro. Es la libertad, don precioso de Dios, la que hace que el humanismo aflore y se afiance. Una historia que leí alguna vez me dio la impresión de que captaba la esencia de la cortesía cristiana –por un lado—y de la insensatez con que nos conducimos –por el otro:
El domingo pasado el periódico de la
Estamos en peligro de un retroceso social (y político). Como hace 6 años. Los mexicanos somos rehenes de los partidos. Nuestra democracia es pura fachada. Le quitamos humanidad y la envolvimos en el pañal de las reglas. Unos y otros, los políticos, se empujan para saber quién puede manejar mejor el río revuelto. Nadie quiere asumir el liderazgo moral.
Gracias a Dios y a todos ustedes, El Observador está a punto de entrar a la mayoría de edad. Entiéndase: a los 18 años, cuando uno tiene ya derecho de ciudadanía. Nuestro voto seguirá siendo el mismo. La opción política, social, vital, fue, es y seguirá siendo Jesucristo vivo.