Todo ser humano se encuentra solo ante la inmensidad de la existencia. Sostenida por un soplo que no se entiende pero se siente, la mirada se aviva ante el infinito, ante el misterio de los orígenes. Joseph Ratzinger es un hombre ante su debilidad, Benedicto XVI un Papa ante su misión; las razones sobran cuando se ama.
La vida pasa de forma vertiginosa entre los estudios, las obligaciones, las promesas cumplidas e incumplidas, el silencio y el ruido, la noche y el día; nada detiene el tiempo, nada nos permite desandar el camino recorrido. Continuar leyendo