La actividad política en nuestro país se ha enrarecido de tal forma que ya vemos “normal” que un gobernador deje abandonado al Estado para el que fue elegido por seis años completitos, e irse a servir a su jefe, el presidente. “Escaló” un peldaño, solemos decir. “Va para la grande”.
Perdón: ¿qué es “la grande”? Sí, lo sé, la silla de Los Pinos. Pero, ¿no era más importante el electorado, el pueblo, la materia prima de la democracia, que el llamado de un supuesto “jefe”? Continuar leyendo