El 19 de septiembre ha quedado ya como un sello en el corazón de México. 1985 y 2017, mismo día, 5 horas 57 minutos de diferencia. 10,000 y 331 muertos “oficiales”. Entonces como ahora la solidaridad inmediata, civil, humanísima, del mexicano de a pie fue y es la gran esperanza de cambio. Que no se apague.
Reconstruir todo, debería ser nuestro deseo. Está bien echarle ganas al asunto terrible de la emergencia que padecen miles de damnificados en CDMX, en Morelos, Puebla, Estado de México, Oaxaca y Chiapas. Está bien, muy bien. Lo más difícil vendrá en los meses siguientes. ¿Nada más vamos a levantar lo que se derrumbó, o vamos a transformar lo que queda como sistema político, económico, social y cultural? Continuar leyendo
Las redes sociales están ganando terreno a los medios convencionales para obtener noticias por parte de las personas, ya no importando tanto la edad, la escolaridad, la raza o, incluso, la posición socioeconómica de los usuarios.
El reporte actual del sismo de 7.1 grados Richter que sacudió el centro de México el martes pasado a la 1:14 tiempo del centro del país, es de 233 personas fallecidas, un número todavía no cuantificado de heridos y desaparecidos.
Las previsiones en Puerto Rico sobre el huracán María, desgraciadamente, fueron corroboradas por el paso de este tercer meteoro que toca Antillas y El Caribe en poco menos de un mes. Primero fue Irma, más tarde (y todavía acechando la costa noreste de Estados Unidos) José, y ahora es María.
El 19 de septiembre quedará grabado en la historia de los años en la capital de México y en todo el país: 32 años, 6 horas, 5 minutos, 50 segundos después del terremoto del 19 de septiembre de 1985, que dejó un saldo de entre 10,000 muertos, según fuentes oficiales (45,000 según instituciones de la sociedad civil) principalmente en Ciudad de México y en Ciudad Guzmán, Jalisco; el 19 de septiembre de 2017, los capitalinos (y en los estados aledaños a Ciudad de México: Puebla, Tlaxcala, Morelos y Estado de México) volvieron a sentir el terror.
Ni soy teólogo ni aprendiz de teólogo. Dejó a otros la explicación del pecado. Soy periodista y pecador. Quizá como usted, que es… y pecador/a. Y me mueve la sospecha, no, la certeza de que me he quedado con una parte de la confesión bastante acomodaticia.
Emily Esfahani Smith es editora del Instituto Hoover de la Universidad de Stanford y escribió el libro The Power of Meaning: Finding Fulfillment in a World Obsessed With Happiness (El Poder del Sentido: Encontrar la Realización en un Mundo Obsesionado con la Felicidad) en el que habla, entre otras cuestiones, del ansia que han atraído los triunfadores de las redes sociales, a los jóvenes universitarios de nuestros días.
En septiembre de 1985, el día 19 a las 7:19 de la mañana, un terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter mató a 10,000 personas (o más) en Ciudad de México y algunas otras ciudades del occidente. En septiembre 7, a las 23: 49 horas, un terremoto de 8.2 grados mató a 95 personas en Oaxaca, Chiapas y Tabasco.
El célebre periódico londinense The Guardian ha tenido que recurrir a la inventiva para asegurar, así sea levemente, su futuro. Que una cabecera mundialmente famosa como la de este rotativo, que apenas hace tres años ganó el Premio Pulitzer, esté en problemas financieros mueve a pensar a fondo que algo malo está pasando en la industria periodística.
–Habla el padre Leonel Narváez, creador de las Escuelas de Perdón y Reconciliación en Colombia