Hubo una vez en que los partidos políticos hacían política. Preparaban a su gente para hacer política. Buena o mala, pero política, al fin y al cabo. Sabían que tenían que conducirse con alguna propiedad, ser fieles a un ideal, estudiar, entender la realidad del lugar al que aspiraban gobernar y tratar de convencer a sus votantes de que eran la mejor opción.
Me refiero, desde luego, a las democracias occidentales. Y, de alguna forma, aunque con partido casi único en 70 años, a México. En esta contienda que se avecina (quizá desde la transición de 2000) los partidos políticos han perdido la brújula. Ya no interesa a nadie, ni a lo neos, ni a los dinos, ni a los retro, ni a los puros o a los pragmáticos de qué va su identidad. Se necesita un especialista para saber la diferencia entre uno y otro.
Y es que todos (y digo todos) se han forjado una agenda que no toca la política, sino que está enfocada exclusivamente a salir en los medios. La reciente espantada de la señora Zavala del PAN, y sus alegatos contra el presidente de ese partido, el joven Anaya, muestra a las claras que los contendientes a una candidatura, en este caso la “grande”, tienen el mismo interés en los órganos de decisión panista que el que pueden tener por el cultivo de geranios en Flandes.
Se pusieron a pedir diálogo de cara a una cámara de televisión. Por redes sociales. Por noticiarios y por entrevistas. Es ridículo. ¿Por qué no lo hicieron en el seno de un partido que es una entidad de interés público? Por la misma razón del dedazo del PRI o de la absorción de un solo hombre en Morena. Porque lo que importa es dar la apariencia de que hay un trabajo público, que las bases reclaman la presencia de ese candidato, de que la historia lo tenía preconcebido. Y, claro, los medios sirven divinamente para eso: para “pretender”, para “mostrar músculo”, para enseñar que uno sí quería dialogar pero el otro… etcétera.
Qué tremenda desilusión de la política mexicana; que grande golpe a la democracia, a la participación política y a los ideales. Y que negocio más jugoso para los medios electrónicos.
Publicado en la revista Siempre!