Protegerlos

Si yo le dijera a usted que a su niño menor de 12 años le diera un cigarro de marihuana o un vaso de alcohol para “quitárselo de encima”, seguramente me diría –y comprendo la razón— que o estoy loco o les estoy queriendo tomar el pelo.

Sin embargo, casi todos hemos visto cómo, en muchos hogares o en lugares públicos, los padres se desentienden de sus pequeños dejándoles usar –cuando no tenerla en propiedad— una tableta o uno de los llamados “teléfonos inteligentes”.  Y este uso precoz es tomado como una señal de inteligencia.  Que el infante de 4 años ya “sepa ganar juegos” o ir a páginas web les parece un logro.  “Vienen con chip integrado”, dicen.

No queremos ser aguafiestas, pero en este número de El Observador damos a conocer los alcances y las implicaciones físicas que tiene el uso precoz y la dependencia infantil a la pantalla; dependencia que cumple, perfectamente, los 7 puntos que señala la Organización Mundial de la Salud para definir una adicción: que cada vez haya más necesidad de tiempo frente a la pantalla; inquietud (síntoma de abstinencia) si no tiene la pantalla cerca; imposibilidad de marcar un período de tiempo de uso del aparato; esfuerzo infructuoso de controlar o suprimir el uso del “servicio” (aunque se desee); empleo de tiempo en obtener algo “significativo” en la red social; reducción o abandono de importantes actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de medios digitales, y continuación del consumo, a pesar de que esto traiga consigo problemas psicológicos o físicos relevantes.

En verdad, hay que usar la técnica a nuestro favor.  Y no dejar que los menores desvirtúen su infancia.  Es la “edad dorada” del hombre.  ¿Por qué adelantarla con una dependencia o un vicio futuro?

Publicado en El Observador de la actualidad