El INEGI acaba de difundir un trabajo importantísimo con un nombre horroroso: Módulo de Movilidad Social Intergeneracional (MMSI). Entre los apartados, hay uno que merece nuestra atención: el de Percepción de Movilidad Social por Auto Reconocimiento de Color de Piel.
El MMSI aplicó una escala cromática propia del Proyecto sobre Etnicidad y Raza en América Latina, que califica la piel en once tonalidades, con el propósito de que el entrevistado(a) identifique su color específico. Y luego lo cruzó con los datos arrojados por el entrevistado(a) sobre su nivel de escolaridad. ¿Adivine usted cómo quedó este cruce?
De las personas que se auto calificaron de piel más clara, solo 10 por ciento no cuenta con algún nivel de escolaridad. La cifra se eleva al doble (20.2 por ciento), para las personas con piel más oscura. Mientras más oscura es la piel peor es el trabajo; mientras más clara, mejor calificado es el puesto que ocupan.
En las personas que se auto clasificaron en las tonalidades de piel más oscura, se observa un mayor rezago educativo: 28.8 por ciento cuentan con primaria incompleta y 23 por ciento con primaria completa. Las personas con tonalidades de piel más clara tienen porcentajes más altos en media superior y superior, con porcentajes que van de 29.3 a 44.4 por ciento.
Es una pena que esto siga pasando en México, un país que no ha sabido o no ha querido aprovechar el tesoro que es su multiculturalidad. En lugar de haber convertido –como hijos fieles de Dios y discípulos de Jesucristo—los once tonos de piel en once maneras de vivir bien, los hemos convertido en armas arrojadizas, en trozos de discriminación que van apestando nuestra Patria. ¡Qué miseria la nuestra! Pero, ¡qué tarea nos queda a todos por delante!
Publicado en El Observador de la actualidad