Desde hace tiempo se viene anunciando un fuerte declive de los medios impresos, sobre todo del periódico diario. La industria ha estado batallando para permanecer como referente a la hora de nombrar las vías de información que tiene la gente. Pero parece que va perdiendo la guerra contra los medios digitales, concretamente contra Internet.
Informes del Pew Research Center de Estados Unidos indican que, al menos en ese país, 2015 fue el peor año para la prensa quizá desde la gran recesión económica que comenzó en 1929 y se desarrolló a lo largo de la década de los treinta. De hecho, la circulación de periódicos diarios bajó 7 por ciento en la Unión Americana el año pasado.
Esta baja es la más pronunciada desde 2010, aunque en realidad los problemas de la prensa —como los de buena parte del mundo— comenzaron con la crisis financiera de 2008 debida al colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos en el año 2006, que provocó aproximadamente en octubre de 2007 la llamada crisis de las hipotecas subprime y luego la bursátil de enero de 2008, así como la crisis de hambre en el mundo y el colapso de muchas compañías.
La circulación de periódicos va de la mano de las inversiones publicitarias y el comercio. En 2015, este renglón cayó en Estados Unidos 8 por ciento, la peor caída desde 2009. Y, consecuentemente, los periodistas han visto disminuir los puestos de trabajo de manera acelerada. En el país del norte los empleos periodísticos cayeron en 10 por ciento durante 2014, el último año del que se tienen datos.
Para los analistas de medios, los periódicos líderes de Estados Unidos —y los de México— tienen ante sí la oportunidad de renovarse sin perder su esencia, es decir, de profundizar en su propio lenguaje y no tratar de imitar a los lenguajes digitales o televisivos.
Los periódicos han pasado el punto de no retorno. Ya no habrá la antigua veneración por ellos de parte de los usuarios. Ahora tendrán que ganarse su derecho a existir. Y ese “derecho” solamente se logra cuando se es fiel a los orígenes, cuando se respeta la esencia. Los orígenes de la prensa están en la palabra recordada. En la narrativa de una sociedad que intenta encontrar un rostro y un destino. En fin, la esencia no es batir palmas al poder, sino mostrar sus fisuras. Y enseñar a la gente a encontrarlas.
Publicado en Revista Siempre!