Que en el mundo de hoy existan trabajadores esclavos, pareciera ser una historia fantástica, derivada de un pesimista que vive en el pasado, cuando la conquista y colonización de América. O de África. La nueva teología, la del dios-mercado, nos hace creer que detrás de las marcas consagradas hay honestidad, trabajo duro y bien remunerado, talleres de primera calidad.
Pero no es así: hoy existen, al menos, 45,8 millones de esclavos modernos; dos tercios de estos hombres, mujeres y niños están en el área Asia-Pacífica. El continente asiático ostenta el mayor número de esclavos: 26,6 millones, que equivalen al 58 por ciento del total. Y si uno se toma la molestia de ver de dónde vienen muchos productos, sobre todo la ropa y el calzado deportivo, se dará cuenta que, primordialmente, proceden de esa región del mundo.
Esta información proviene del Global Slavery Index (Índice Global de Esclavitud) en su edición 2016, publicado por la fundación Walk Free Foundation, una organización caritativa fundada por el magnate australiano Andrew Forrest y por su esposa, Nicole.
El Índice Global de Esclavitud 2016 (que toma en cuenta la situación de 167 países) muestra que los hombres, las mujeres y los menores esclavos han incrementado en 28 por ciento con respecto a 2014. Los sitios de “honor” en esta lista del horror —tomando en cuenta esclavos versus número de habitantes— son ocupados por cinco naciones asiáticas: Corea del Norte, Uzbekistán, Camboya, la India y Qatar.
Pero si se toma en números absolutos —es decir, por cantidad y no en proporción al porcentaje de la población total que son esclavos— el primer lugar es de India con casi 19 millones de esclavos, seguida de lejos por China, con cerca de 4 millones; Pakistán, con 2.13 millones y Uzbekistán, con 1.23 millones de seres humanos sometidos al régimen de esclavitud.
Hay tres razones que alimentan la esclavitud: los negocios, que buscan una reducción en los costos; el crimen organizado, que trafica esclavos y la explotación del hombre por el hombre. Un gran movimiento mundial tendría que ver con enfrentar esta rapacidad, y darle término. Hoy cada día más organizaciones denuncian lo que callan los medios (aliados a la publicidad). Hay que hacerles más caso (y menos a los anuncios y a las marcas).
Publicado en Revista Siempre!