Estar heridos en el corazón nos vuelve pobres (y nos pone en comunicación con Jesús)

portada-devocionario-sagrado-corazon-2015Este es el segundo año consecutivo en que El Observador incluye en su circulación y entrega semanal, un ejemplar del Devocionario al Sagrado Corazón de Jesús para rezarlo durante todo el mes de junio; mes que la Iglesia dedica a esta maravillosa devoción tan presente en el pueblo fiel de México.

Esta ocasión nos pide rezar en medio de un entorno sumamente complejo, atribulado y especialmente violento. Muchos sacerdotes, laicos, catequistas, religiosos y religiosas del país (algunos de ellos extranjeros) han sido víctimas de extorsión, secuestro, intimidación, amenazas e, incluso, de asesinatos arteros.

No diremos que se trata de una reedición de la persecución religiosa de 1926 a 1929, o del acecho a la fe de los años treinta del siglo pasado. No es lo mismo, desde luego. Pero el crecimiento acelerado de la violencia en contra de la Iglesia católica en su conjunto –ya no digamos los robos a templos, los saqueos, los sacrilegios que se suceden día a día—hacen pensar que el demonio anda otra vez metido en todo esto.

Lo dijo el Papa Francisco en entrevista con la corresponsal de una cadena televisiva mexicana: “el diablo trae mucha bronca con México”. ¿Por qué? Por el martirio de la persecución, por la sangre derramada en odio a la fe, por la presencia inigualable, inocultable, hermosísima de María de Guadalupe en el corazón de todos los mexicanos y en nuestra historia concreta. El diablo no perdona esa Presencia.

¿Cómo usar este Devocionario? Las indicaciones vienen dadas en el cuerpo del mismo. Es sencillo. Y se puede orar con él en familia o en comunidad. El año pasado algunos sacerdotes hicieron esta experiencia y fue muy hermosa: antes de la Misa cotidiana, el encuentro con el Sagrado Corazón de Jesús. En familia es una costumbre que podríamos recuperar. Como la bellísima costumbre del Rosario al caer la tarde…

Nosotros quisiéramos pedir que se incluya en la intención de cada día, de manera particular al iniciar el mes de junio, al benefactor por el cual es posible una tirada tan grande del Devocionario. Por él y por su familia. ¡Qué importante es que existan aún mexicanos que deseen propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús! Es un hombre de bien que prefiere permanecer en el anonimato de las acciones puras. Dios lo guarde muchos años.

También queremos pedirle a usted, amable lector, que dedique este Devocionario a nuestra querida Patria, hoy acribillada por la violencia, la inseguridad, la corrupción y el desasosiego. Por ello hemos incluido, en portada y contraportada, las jaculatorias aprobadas por el Santo Padre Pío XII a su autor, don Manuel Urquiza Figueroa: “Sagrado Corazón de Jesús, perdónanos y sé nuestro Rey” y “Santa María de Guadalupe, Reina de México, ruega por tú nación”. Solamente el reinado de Jesús y la intercesión de María van a poder salvarnos del encuentro con el abismo, y a otorgarnos la paz con justicia que anhelamos para nuestra querida nación mexicana.

También queremos ponernos “en ocasión de humildad” –como diría Santa Teresa de Jesús, de quien se cumplen 500 años de su nacimiento este 2015— para pedirle al Sagrado Corazón que mueva los corazones de los legisladores, de los políticos, de aquellos que tienen a su cargo la vida pública, para que promuevan leyes a favor de la vida y de la familia. Los que actúan en su contra “no saben lo que hacen porque no saben lo que deshacen”, diría Chesterton. Y muchos, hoy, lo están haciendo. Y están deshaciendo el bastión sobre el cual se edifica nuestra Patria, nuestra civilización. Roguemos por ellos, y por el futuro de México. Por un futuro con esperanza.

Finalmente, escribe el padre Jacques Philippe en su libro Tiempo para Dios (Guía para la vida de oración), “la experiencia demuestra que para orar bien, para llegar a ese estado de oración pasiva (…), en el que Dios y el alma se comunican profundamente, es preciso que el corazón esté herido. Herido de amor de Dios, herido de sed por el Amado. Solo a costa de una herida puede descender la oración al corazón y morar en él”. Estar heridos nos vuelve pobre, sencillos, abiertos. Y nos abre el camino para comunicarnos, de corazón a Corazón con Él.

Jaime Septién
Director de El Observador
Querétaro, al mes de junio de 2015


 

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