Ser periodista en México es más peligroso, incluso, que ser cura (en 2014 México encabezó, una vez más, la lista negra de asesinatos de sacerdotes en el mundo, con cinco).
El año que acaba de terminar trajo consigo un incremento, sobre todo en el segundo semestre, de asesinatos a periodistas en nuestro país. En efecto, durante la segunda mitad de 2014, se reportó el asesinato de, al menos, seis periodistas mexicanos.
Esta cifra casi iguala al total de homicidios de periodistas reportado entre diciembre de 2012 y mayo de 2014, según se desprende del Mapa de Periodistas en Riesgo, elaborado por Freedom House y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés), que señala que trece periodistas han sido asesinados en los últimos dos años, de los cuales seis ocurrieron en este 2014.
El Mapa muestra que es Tamaulipas el Estado en el que se han cometido más homicidios de periodistas (tres casos), mientras que Oaxaca y Sinaloa reportan dos asesinatos y las autoridades de Veracruz, Coahuila, Puebla, Chihuahua, Guerrero y Zacatecas informaron sobre un caso en cada entidad.
Los trece casos de homicidio contra periodistas en México podrían incrementarse debido a que cuatro informadores continúan secuestrados. Por lo demás, el Mapa reportó 209 agresiones físicas, psicológicas digitales o legales contra periodistas o medios de comunicación y detalla que la mayoría de agresiones físicas se debe a que policías golpean a reporteros durante las coberturas que realizan.
Es inútil recordarles a las autoridades de este país la relación estrechísima que existe entre el libre ejercicio de la información y el desarrollo social, político e incluso económico de un país. Es inútil porque no lo entienden muy bien debido a la “lógica” que ha imperado en los pasillos del poder en México: “o este cuate está de nuestro lado o que se rasque con sus propias uñas”. Y ya conocemos lo que es “estar de su lado”: no meter las manos ni las narices en donde el ogro tiene los pies de barro.
Publicado en Revista Siempre!