Plomo para la prensa

velaLo hemos comentado en anteriores columnas en estas páginas de La Cultura en México, de Siempre! Ser periodista en México —frente a la impunidad que persiste en el país— es como ser tiro al blanco en la feria.

En menos de un mes, en México, han sido asesinados al menos tres comunicadores por cuestiones propias de su oficio. Las autoridades federales han implementado un protocolo de protección a los periodistas, sin que, hasta el momento, haya dado resultado alguno.

El último caso conocido fue el del pasado 20 de febrero, cuando un nuevo hecho de sangre cobró la vida del conductor de radio y televisión locales Moisés Dagdug Lutzow, quien fue asesinado en el interior de su domicilio en la capital del Estado de Tabasco, Villahermosa.

Según el reporte de la organización no gubernamental “Artículo 19”, Dagdug era conductor del programa de radio y televisión “De frente a Tabasco” que se transmitía en la estación de radio XEVX “La grande de Tabasco” y del canal televisivo TVX; también era Director del Grupo VX.

Su línea editorial se caracterizaba por ser crítico de la gestión del actual gobierno estatal de Tabasco y en las últimas semanas había recibido amenazas contra su vida, mismas que denunció públicamente sin que nadie hiciera nada para impedir que lo asesinaran en el interior de su domicilio.

El homicidio de Dagdug Lutzow es la segunda agresión que “Artículo 19” documenta en Tabasco en este año. El pasado 10 de febrero dos personas intentaron asesinar a Pedro Sala García, corresponsal del diario Tabasco Hoy, aunque, afortunadamente, no pudieron llevar a cabo su cometido.

De acuerdo a documentación de “Artículo 19”, del año 2000 a la fecha, 92 comunicadores han sido asesinados en México. Durante la presente administración del presidente Enrique Peña Nieto suman ya 19; tres de éstos ocurridos en lo que va del 2016.

“La falta de investigaciones efectivas de crímenes contra periodistas crea un ambiente de vulnerabilidad hacia quienes ejercen esta profesión, así como envía el mensaje a los agresores de que no existen consecuencias por sus actos, lo que se permiten que los ataques contra la prensa continúen”, preciso el informe de la ONG.

Lo dicho: como el tiro al blanco en la feria. Y tras de la familia del o de la periodista, la que más sale lastimada es la sociedad. Sin defensa de la libre prensa, de la posibilidad de publicar investigaciones y de denunciar la corrupción, el mal crece, se apodera de los espacios públicos y esparce su poder en el miedo y la resignación: los dos grandes enemigos de la solidaridad. Y de la democracia.

Publicado en Revista Siempre!