Necesidad

manosHace muchos años -en noviembre de 1982-compré y leí con avidez un libro del brasileño Manuel Bandeira: Evocación a Recife y otros poemas. Uno de ellos se me quedó grabado. Es simple, directo, emocional y aterrador:

Ayer vi un animal / en el basurero del patio / buscando comida entre los desechos // Cuando encontraba algo / no examinaba ni olía / tragaba con voracidad // El animal no era un perro / no era un gato / no era una rata // El animal, Dios mío, era un hombre.

El hambre es algo muy serio. Y en México pasan hambre -tremenda, como la del pobre ser humano del poema de Manuel Bandeira- 28 millones de personas. No voy a preguntar qué hace el gobierno para atajar este problema. Me pregunto, qué hacemos nosotros. Más aún, nosotros como Iglesia católica.

En 61 ciudades del país hay un banco de alimentos. La mayoría, por no decir todos, han surgido de la entraña misma del mandato de Jesús: «¡Denles ustedes de comer!». La expresión católica está presente, no tanto en el discurso o en el objeto social, más bien en el ejercicio libre aunque obligatorio de «dar de comer al hambriento», primera de las obras de la caridad cristiana. Pero los bancos, con todo y que son 61, apenas si cubren el uno por ciento de las necesidades de nuestros hermanos con hambre en México.

En este número de El Observador incluimos dos iniciativas para dos bancos de alimentos. Una en Piedras Negras, víctima de inundaciones, y otra en Querétaro, donde el personal de Alvida necesita que le demos la mano porque se está asfixiando, literalmente. No echen en saco roto estas dos peticiones. No esperen a ver «un animal» en el basurero de su patio…

Se ha puesto de moda hablar de «salir a las periferias a Evangelizar», pero hay un hombre que desde hace más de 40 años ha hecho de esta frase su vida. Se trata del sacerdote Sergio Gutiérrez Benítez, ex drogadicto, luchador profesional, párroco y hombre de Dios que ha rescatado a cientos de jóvenes de las adicciones. Mejor conocido como Fray Tormenta, su máscara ha sostenido el hogar donde adolescentes han descubierto que hay un mundo más allá de las drogas. «Pastor con olor a oveja», es una de las frases que lo definirían. Te presentamos su apasionante historia.

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Publicado en El Observador de la Actualidad