Hay muchas canciones rancheras que pintan la borrachera como una costumbre simpática de los machos mexicanos. El tema de esta semana habla de las Bodas de Caná; del poder intercesor de María; de la oración de confianza y… del alcohol. ¿Es bueno o malo?
En el extraordinario ejercicio que llevó a cabo Cáritas Mexicana IAP en 2009, ¡los pobres no pueden esperar!, se recuperaron voces -sobre todo femeninas-de comunidades pobres de varias partes del país. Historias de vida que enseñan que uno de los problemas estructurales de la pobreza en México, quizá el principal, es el alcoholismo del papá, del esposo, de los hijos, de las hijas… (Querétaro ya es el número uno en el país por alcoholismo en mujeres).
Juana Rostro Castro, de Los Magueyes, San Luis Potosí: «…Actualmente atravesamos por una situación difícil; una de las causas es el alcoholismo de mi esposo, la mayor parte del tiempo se la pasa tomando y no trabaja, y esto nos lleva a pasar gran necesidad». Rosario Pedraza Cruz, de la ranchería Ismate, de Tabasco: [Soy pobre porque] «soy hija de padre borracho…».
Una vez visité, junto con un sacerdote amigo, a un trabajador alcohólico. Todas las palabras fueron vanas, hasta que «el padrecito» le dijo que la Virgen de Guadalupe «estaba enojada con él». Pegó un respingo. Entró la luz. Murió al poco tiempo. Quizá arrepentido. Es el camino de la Gran Intercesora. Pidió a su Hijo que convirtiera el agua en vino para que la fiesta de la vida no se apagara. Hoy tenemos que pedirle a ella que interceda por las comunidades pobres de México. Y que los mexicanos dejen de cantarle a la borrachera. Sin sobriedad -que no abstinencia– no hay civilización cristiana que valga.
Publicado en El Observador de la Actualidad