Los vientos de libertad de expresión y de censura a la censura política recorren el Oriente Extremo. Puede ser el inicio de una revolución que se ha estado posponiendo largamente. Si en China los periodistas van a la huelga porque desde el gobierno les mandaron a sus jefes quitar textos o cambiarlos, tanto en prensa impresa como en redes sociales, es que ya todo puede suceder. Contra todos los pronósticos, sucedió esta semana.
Se fue a la huelga la redacción del semanario cantonés Southern Weekly. Es interesante que se hayan enfadado los periodistas (por una “práctica” secular en China y en otros países cuyos gobiernos no poseen ningún tipo de respeto a lo que los demás piensen o escriban), pero más interesante aún el que otro medio impreso, de gran tirada, el diario South China Morning Post, lo haya dado a conocer, a sabiendas que esto iba a ser tomado por las agencias para que el mundo se enterara. Y se enteró todo el planeta de cómo unos quince periodistas denunciaron a principios de este año 2013, que varios artículos, incluido el editorial, fueron cambiados u omitidos para ser reemplazados por textos que halagaban al gobierno chino. No solamente en el semanario, sino también en la cuenta de microblog oficial de la publicación.
Ahí, los gestores (es decir, los encargados del gobierno para dirigir un medo) afirmaron que los artículos retirados, mutilados o desaparecidos “no habían sido cambiados por las autoridades”, sino por así convenir a los intereses del semanario, suponemos. Y lo suponemos porque, rápidamente, los periodistas chinos en huelga se movieron y usaron otras redes sociales para desestimar esa versión: “La declaración en el microblog oficial no representa la opinión de la redacción, sino que es el resultado de las presiones de las autoridades.
El personal editorial luchará contra estas declaraciones falsas y hasta que no se resuelva el problema no vamos a realizar ningún trabajo editorial”, dijeron los redactores del Southern Weekly. De acuerdo con fuentes bien informadas de lo que pasa tras la muralla, es la primera ocasión en los últimos veinte años, por lo menos, que la redacción de un medio chino de alguna relevancia nacional, se va a la huelga protestando contra de la censura del gobierno.
El señalado es un miembro importante del politburó: Tuo Zhen, jefe de la Oficina de Propaganda del Partido Comunista de China (PCCh) en Cantón y ex vicepresidente de la agencia oficial Xinhua. Los redactores del Southern Weekly han dicho que la censura oficial en China “se ha intensificado” durante el último año bajo los ojos del señor Tuo. Y reclaman una cosa inusitada: “independencia y libertad de expresión”. Nada más al Southern Weekly, en 2012, le censuraron cerca de mil artículos… “Lo que hemos vivido es una rutina de censura injustificada, el asesinato de historias y páginas enteras que se han vuelto a escribir”, dijeron los redactores.
China es el ídolo de muchos que no se atreven a ver lo que hay detrás de su ocho por ciento de crecimiento sostenido. En lo que respecta al control sobre los medios de comunicación está a la cola del mundo (es el 174, según Reporteros Sin Fronteras). Lo cual sitúa el tema en una encrucijada: ¿se puede crecer a esos niveles sin sacrificar las libertades públicas?
Publicado en Revista Siempre!