Que la televisión mexicana es importante para el control político del país lo atestigua el número tan abultado de legisladores de las dos Cámaras que están ligados a Televisa y Televisión Azteca. El neologismo “Telebancada” es adecuado: se trata de, al menos, dieciséis participantes de la XLII Legislatura que van a empujar temas que tienen que ver con los intereses del llamado “duopolio” televisivo en México. El PRI y su aliado en las últimas elecciones, son los partidos que llevan la voz cantante de los gigantes de la TV en México.
Hasta el momento, los intereses de Televisa y Azteca no han sido tocados. Puede ser que las figuras de Javier Corral, del PAN, y de Purificación Carpinteyro, propuesta por el PRD, sean contrapeso al mantenimiento del status quo en materia de competencia entre los postulantes a regir las pantallas del país, pero es dudoso que puedan doblar a cerca de dieciséis legisladores que estarán optando, si la lógica se cumple, por proteger a ambas empresas, en detrimento de la multiplicación de la oferta, nuevos tiradores en el espacio radiodifundido y el fortalecimiento de la equidad, a través de la televisión pública. Dicho de otra forma: el modelo comercial de televisión, donde lo de “interés del público” es mera palabrería, seguirá prevaleciendo.
Según los conocedores del tema, habrá once “telediputados” del PRI y del Verde, ligados al “duopolio” o al ámbito de las telecomunicaciones (en las que el “duopolio” tiene más intervención que nadie), así como cinco “telesenadores”. Varios han sido trabajadores en el ámbito jurídico de Televisa o son familiares del dueño de Azteca, o han presidido la Fundación que Azteca tiene para cuestiones sociales en estados del país. También hay dueños o accionistas de radiodifusoras de provincia. ¿Qué repentina comezón legislativa les habrá dado a todos estos personajes? La respuesta es simple: tratar de seguir reproduciendo un modelo de televisión y de radio que cada día se concentra más en menos propietarios, sin que el Estado intervenga en favor de los usuarios.
El sistema de las concesiones está amarrado de raíz a los concesionarios. El “ogro filantrópico” actúa cuando los señores de la imagen se confabulan en contra del “preciso” por cuestiones de permisos de explotación, libertad de crecimiento económico o erradicación de quienes pudieran hacerles sombra. Nunca más. Y eso vale para todos los partidos políticos. Lejos de establecer una política decisiva en materia de educación a través de la potencia de la tele, se han fijado la meta —los gobernantes, digo— de darle caramelo al sector para que en la próxima elección sean buenos con sus candidatos. En los tiempos del “Tigre”, Televisa era “soldado” del PRI. Hoy es el PRI el que es “soldado” de Televisa (y de Azteca). Cuando menos “soldado legislativo”. Que ya es bastante.
Publicado en Revista Siempre!