Antaño, las redes suponían una salvaguarda sobre todo de los trapecistas en el circo. También en el circo de la política. El aterrizaje blando, hoy tan de moda en los mercados financieros, sobre todo por los dolores de la llamada zona euro y la desaceleración de Japón, era el Plan B de los líderes, candidatos o aspirantes a dirigir los destinos de la gente. Hoy las redes han cambiado. Se han convertido en un arma letal en contra de los trapecistas de la política. Y si no que lo diga Enrique Peña Nieto.
Ya no es noticia su resbalón en la pasada fil de Guadalajara. Los periodistas —muchos de ellos que tampoco leen nada, pero conocen el arte de hacer como que leen y se enteran de las novedades literarias— se han encargado de tundirlo a placer. Qué bueno, para que se vaya bajando de la nube y sepa que el mundo real es muy diferente al que le pintan sus corifeos y sus amanuenses. Escribir un libro, y presentarlo en una Feria tan prestigiosa, no es (no debe ser) un acto adelantado de campaña. Si lo mandó a hacer y lo pagó —cosa que es más que probable— que lo deje en los estantes de Sanborn’s. Pero que no quiera aparentar lo que no es. En todo caso, dejó entrever que es un pésimo trapecista: no traía Plan B.
Poniendo a un lado las torpezas literarias de don Enrique (su desmemoria es proverbial, solamente comparable a la del inefable Vicente Fox), lo cierto es que donde lo han desnudado a fondo es en las redes sociales. Los jóvenes, sobre todo, se han encargado de convertir en “mega tendencia” el video de la fil donde queda Peña Nieto en calidad de comediante (y malo). Es más, en calidad de mentiroso o desmemoriado, que para un presidente de la República —como aspira a serlo— es peligrosísimo. Si no se acuerda de lo que lee, igual no se acuerda de lo que pide, nombra o ejecuta. En último término, lo mismo no se acordará, una mañana al despertarse, de qué país quiere gobernar…
Y es la tónica que van a seguir las elecciones de julio de 2012. Las redes sociales destapando los agujeros de los candidatos y dejando en claro que el traje nuevo del rey, en realidad, no existe. En otras palabras, mucho más mexicanas, que la candidatura de los nuevos (el nuevo pri, el nuevo pan, el nuevo peje lagarto) es la misma gata, pero revolcada.
Publicado en Revista Siempre!