«La Secretaría de Estado ha encargado a sus abogados que emprendan, en Italia y en otros países, las acciones oportunas para impedir la circulación, también a través de los medios de comunicación de masas, del fotomontaje realizado en el ámbito de la campaña publicitaria de Benetton en el que aparece la imagen del Santo Padre de un modo típicamente comercial, considerado lesivo no sólo para la dignidad del Papa y de la Iglesia Católica, sino también para la sensibilidad de los creyentes».
Así de contundente fue el comunicado mediante el cual el «número dos» del Vaticano, el cardenal Tarsicio Bertone, le puso un alto a la campaña dizque «tolerante» que la firma de ropa italiana emprendió, con fotomontajes que, entre otras parejas, ponían al Papa besándose con un personaje musulmán. «Sin odio» (Unhate) es el título de la campaña. No podía faltar la burla a la Iglesia. Eso vende. Pero la Iglesia dijo: ya estuvo bueno.
El Padre Lombardi, director de Prensa de la Santa Sede, fue muy claro: «Es necesario expresar una decidida protesta por el uso absolutamente inaceptable de la imagen del Santo Padre, manipulada e instrumentalizada, en el marco de una campaña publicitaria con finalidad comercial. Se trata de una grave falta de respeto al Papa, de una ofensa a los sentimientos de los fieles, de una demostración evidente de cómo en el ámbito de la publicidad se pueden violar las reglas elementales del respeto a las personas para llamar la atención mediante la provocación».
¿Quién aseguró a los publicistas que se pueden burlar y que eso es «libertad de expresión»? Lo que se reclama para el Papa se reclama para cada uno de nosotros. No por vender puedes pasar por encima de la dignidad de la persona. Esa lógica perversa nos ha hecho un daño brutal. Por fortuna, el Vaticano va a actuar legalmente en contra de Benetton. Sí, ¡ya basta!