Muchas cosas y muy bellas le dice el Santo Padre Benedicto XVI a don Mario, nuestro obispo de Querétaro, al cumplir 50 años de fecunda vida sacerdotal. Tras un recuento de su formación, sus estudios en Roma, su magisterio en Xalapa, el nombramiento en 1983 como obispo de Tuxpan y en 1989 como obispo de Querétaro, el Papa le reconoce a don Mario dos grandes logros que lo son para la Iglesia en México:
• La «dedicación, consciente de tu oficio, en utilizar los medios de comunicación social y tu empeño en procurar la renovación pastoral de la diócesis, de las vocaciones al sacerdocio y del Seminario».
• La «preocupación por el momento cultural que atraviesa la fe, en especial en lo que se refiere a la interrelación que debe existir entre la fe y la razón, y de promover el diálogo y la comprensión sobre cuestiones de bioética».
Son dos de los muchos empeños que durante sus 27 años de obispo y sus 50 como sacerdote (se ordenó en Roma, en octubre de 1960) apila en su escalera para el cielo don Mario.
En la entrevista exclusiva que nos concede, se explaya sobre estos asuntos de una manera tan generosa como apasionada e inteligente. Dios nos ha concedido un privilegio en la figura de don Mario. Lejos de él la vanagloria. A sus 75 años cumplidos ve la vida con serenidad, con la calma de quien ha corrido bien la carrera y espera, quiera el Señor que dentro de muchos años, el justo premio.
Por lo pronto el Papa Benedicto XVI le imparte su Bendición Apostólica y termina diciendo que, a través de obispos buenos como don Mario, México tiene las herramientas necesarias y suficientes para permanecer firme en la fe, alegre en la esperanza y solícito en la caridad. Ya estará de nosotros aprovechar el camino trazado por el Papa, por don Mario, por tantos sacerdotes santos y esforzados que pueblan esta tierra bendita de Dios y de su santísima Madre, nuestra Señora de Guadalupe. ¡Mil gracias, don Mario, y mil felicidades a usted y a México!