Esta semana y la próxima, el Congreso de Querétaro estará escuchando posturas a favor y en contra de la despenalización del aborto. Catorce estados han protegido ya la vida antes que Querétaro. Ninguno le ha seguido el juego a la Asamblea del D.F., gracias a las diputaciones de PRI y PAN.
¿Qué se tiene que entender cuando se habla del «blindaje» de la vida? En sentido estricto, afirmar que hay persona desde la concepción misma y hasta su muerte natural. Pero es necesario dar un paso más: «blindar» la vida es buscar que existan condiciones de justicia para todos, especialmente para los más pobres, los indefensos, las mujeres, los ancianos y, por supuesto, los no nacidos.
Se puede escuchar como una frase «bonita». No lo es. Cuando estamos a favor de que la vida se respete, tenemos que empezar por respetarla nosotros mismos. De muy poco sirve —si no es que de nada sirve— marchar por las calles en contra del aborto si no apoyamos de manera integral a las mujeres que aceptan dar a luz a un hijo en condiciones desfavorables.
Menos hablar y más hacer. Si los abortistas a veces ganan la batalla no tanto es por que tengan la razón, sino por nuestra torpeza de hablar mucho y hacer poco. A todo el mundo se le parte el corazón al ver a un pequeñito devorando una tortilla vieja en el crucero, cuajado de legañas y de mugre. Es urgente superar el puro sentimiento. El que me conduela y le arroje un par de monedas no va a cambiarle nada. Muy diferente si me asocio con otros para apoyar a ese pequeñito; para socorrer a su madre, para becarlo y que esté en la escuela…
Sí, en efecto, el problema es muy complejo. Pero también es nuestro problema. La forma más tonta de sacarnos la espina es echar la culpa a los demás, en especial, al gobierno. Tampoco arregla nada. Es deber de agradecimiento dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, socorrer al perseguido… Es Cristo mismo a quien buscamos en el rostro del indefenso. ¡Ése es el verdadero «blindaje» de la vida; lo demás son buenos sentimientos, acciones sin valor ético ni cristiano, pura palabrería inútil!