La carrera hacia ningún lugar

giovanni-sartoriTal es el título del último libro de Giovanni Sartori (Florencia, 1924), recientemente publicado por editorial Taurus. Primero se llamaba En marcha hacia el colapso, por el tema de la sobre población del planeta. Pero eligió el primer título, porque sus “Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro” (subtítulo de La carrera hacia ningún lugar) son justamente eso: advertencias de que nos aproximamos rápidamente, con la furia del sistema moderno, hacia el no-lugar: hacia el abismo.

Y parte de esa enloquecida carrera está en la entrega —Occidente en su conjunto— del conocimiento a la esfera de “lo percibido”. Es decir, a la esfera de las imágenes. El paradigma del saber ha cambiado: ya no es el hombre frente a un libro, sino el hombre frente a una pantalla. Es lo que había expuesto Sartori en Homo videns (1997), un ensayo revolucionario en muchos sentidos. Y que ahora toma fuerza cuando en México “estamos de plácemes” porque hay nuevas cadenas de televisión abierta.

El resumen del cambio de paradigma lo propone así el propio Sartori: “Por consiguiente y en síntesis, todo el saber del ‘Homo sapiens’ se desarrolla en la esfera de un ‘mundus intelligibilis’ (de conceptos y de constructos mentales) que no es en modo alguno percibido por nuestros sentidos. Y lo importante es esto: la televisión invierte el progreso de lo sensible a lo inteligible y lo destruye mediante el retorno al puro y simple ver. La televisión y el mundo de la Internet producen imágenes y borran conceptos, pero así atrofian nuestra capacidad de entender”.

Nadie tomó en cuenta eso que había escrito Sartori hace casi dos décadas. Habría sido una apuesta que, desde luego, hubiese derrumbado todo el imperio de la imagen. Y eso es poco posible para un régimen político como el nuestro, porque se trataba “de una alarma incómoda (y no remunerativa) para la economía financiera y para las grandes comilonas de los expertos en sondeos”, según remata Sartori.

Lejos de congratularnos porque existen más opciones de televisión abierta, haríamos bien en revisar el modelo de transmisión de conocimiento que puede transformar la injusticia, la pobreza, la impunidad, el deterioro de los valores, la violencia, en suma, nuestro entorno inmediato. No es “viendo” al crimen como el crimen va a acabarse. Es combatiéndolo con la civilidad, con el saber, con la hondura de los viejos ideales de la democracia, entre ellos, el ideal de “vivir juntos”. Pero eso exige otro modo de saber que el que extrae el hombre frente a la pantalla.

Publicado en Siempre!