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Derecho a decidir

El grupo autodenominado Católicas por el Derecho a Decidir, auspiciado por alguna mano financiera bastante fuerte, ha decidido inundar las calles de capitales del país con un letrero confuso y ambiguo. Se ve que estas mujeres fueron chamaqueadas por algún varón que les puso la lana para que desacreditaran al «dogmatismo machista» de la Iglesia católica.

O son del Yunque o están de nuestro lado, parece ser la consigna de estas «católicas» que han decidido decidir sobre el aborto. El anuncio dice que la Iglesia no siempre condena el aborto, que hay casos en los que el Derecho Canónico permite a la mujer abortar. Y luego dan su página web tras preguntarle a la hipotética católica que mira el espectacular como si mirara su tabla de salvación: ¿quieres saber cuáles (son los casos en que la Iglesia «permite» abortar)?

Evidentemente, se trata de un «gancho»; una estrategia de lo más usada en publicidad, según la cual te digo una verdad a medias (que es una mentira completa) para atraerte a mi reducto, y una vez ahí, adoctrinarte, venderte una idea, atraparte en mi red. Yo no tengo nada ni en contra del método ni en contra de las Católicas por el Derecho a Decidir. Lo que hacen es acorde a su ideología. El único problema es que están perfecta, total y absolutamente equivocadas. La Iglesia católica ni acepta ni aceptará el aborto en ninguna de sus variantes, vertientes o alternativas.  El aborto va en contra del quinto Mandamiento. Y «no matar» no acepta rebajas. Nadie mata «poquito» a otro ser. Como tampoco nadie se embaraza «poquito».

Entendámonos: la Iglesia no protege a los violadores, que son los que tanto preocupan (y con razón) a este grupo. Simplemente protege a la primera víctima (a la mujer) y a la segunda (el niño). Ambas víctimas son eso, víctimas del salvajismo sexual estúpido al que tanto les gusta defender a los medios. La Iglesia no culpa a la mujer, sino al violador y al contexto. Estas dos instancias son las que despreciaron y las que desprecian la vida. Si inculpamos a quien aprecia la vida, ¿no estaríamos exculpando a quien la desprecia?

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