El jueves 28, a la una de la tarde, tiempo de México, inició un período inédito en la historia de nuestra Iglesia: Joseph Ratzinger en Castel Gandolfo (estará ahí por dos meses), el departamento papal sellado y el anillo del Pescador destruido. Algunos días en los que los únicos que no cesaron de sus funciones fueron el Camarlengo (Bertone), el Penitenciario (Monteiro) y el Vicario de Roma (Ballini). Al Vaticano lo gobierna el colegio de cardenales. Y a la Iglesia, el Espíritu Santo. Continuar leyendo