Lo que importa el culto

Hemos vivido en una época en la que ir a Misa, confesarse, comulgar, celebrar una boda o una primera comunión queda a nuestro arbitrio. Vamos al templo “cuando nos nace”, donde “el padrecito no se tarde” y las pláticas sean “rapiditas”.  Pero hubo un tiempo, que debemos traer a la memoria, en que las puertas de las iglesias estuvieron cerradas.  Y la desesperación de aquellos mexicanos podría ser un dardo clavado en nuestra fe acomodaticia. Continuar leyendo