Aturdido por las bombas, cubierto de polvo, el rostro ensangrentado, sentadito en una ambulancia como si estuviera castigado en el cole, o participando en una merienda de personas mayores, el pequeño Omran Daqneesh me mira, te mira, nos mira a todos con la incredulidad de la inocencia frente al mal.
Sucedió en Alepo, la ciudad de Siria en la que se disputa –dicen—la batalla final entre las fuerzas leales al gobierno y grupos rebeldes, apoyados, unos y otros, por diversas potencias internacionales. Es difícil, muy difícil saber qué está pasando en realidad en Alepo, en el resto de Siria, como ayer lo fue (o lo sigue siendo) en Irán, Iraq, Argelia o Afganistán. Continuar leyendo
os miedos, como las geografías y las modas, cambian de región en región. No se puede hablar de un miedo “universal” pues lo que para algunos es terrible, para otros, simplemente pasa desapercibido. Factor importantísimo de los miedos son los medios de comunicación.
Los medios de comunicación son excelentes para enterarnos de las desgracias, pero muy poco competitivos para informarnos sobre las gracias. Esto viene a cuento al descubrir, en una nota de última plana que Uruguay va a recibir a 120 refugiados sirios, la mayor parte de ellos menores de edad que lo han perdido todo en la guerra intestina que, desde 2011, asola a ese país del Medio Oriente.
El Papa Francisco ha logrado que recen con él, en El Vaticano, palestinos y judíos. El gesto de Francisco nos interpela a todos. Y nos impone un nuevo camino para lograr la paz. Me explico.
El número que el lector tiene en sus manos está dedicado, como todo el mes de junio, al Sagrado Corazón de Jesús. Un hermoso devocionario acompaña a este ejemplar. Es gratuito pues un bienhechor lo ha querido así. Es de los que se toman en serio la propagación de esta devoción maravillosa. Dios quiera que se multipliquen. Que haya muchos que entiendan la importancia de la devoción, de la prensa católica; la inmensa necesidad que tenemos de echarnos la mano unos a otros para difundir la fe, el amor de Dios, la esperanza que nos fue regalada por el sufrimiento de nuestro Salvador.
El Papa Benedicto XVI acaba de realizar un viaje apostólico importantísimo al Líbano. La histórica tierra de los cedros está a la mitad del camino entre el Islam y el Cristianismo. Una nación duramente castigada por los conflictos religiosos, las guerras de anexión y la violencia larvada de Oriente Medio.