Entre los historiadores mexicanos del siglo XX y principios del XXI se destaca el michoacano Luis González y González. Nacido en San José de Gracia en 1925, hizo de su pueblo sede de la historia de México, no porque ahí hubiese sucedido algo importante sino, justamente, porque no figuraba (como 95 por ciento de los pueblos mexicanos) en ninguno de los manuales de la historia nacional.
Puso en juego un concepto nuevo: la micro-historia. Y otro más bello aún: el de “historia matria” (contra “historia patria”). La historia de nuestros pueblos, de nuestras raíces, de nuestros héroes y de nuestros verdaderos villanos. No la que enseñan en el colegio, sino los que nadie conoce salvo los que ahí vivieron. Continuar leyendo
Hemos vivido en una época en la que ir a Misa, confesarse, comulgar, celebrar una boda o una primera comunión queda a nuestro arbitrio. Vamos al templo “cuando nos nace”, donde “el padrecito no se tarde” y las pláticas sean “rapiditas”. Pero hubo un tiempo, que debemos traer a la memoria, en que las puertas de las iglesias estuvieron cerradas. Y la desesperación de aquellos mexicanos podría ser un dardo clavado en nuestra fe acomodaticia.
En el Mundial de Futbol de Sudáfrica, la FIFA quiso prohibir las manifestaciones religiosas de los jugadores. Nadie hizo caso. Los mandamases del deporte (unos verdaderos tiburones) han querido erradicar a fuerza el tema de las imágenes religiosas, el santiguarse, el rezar, la cruz. Quedan en ridículo.
Esta ocasión es la segunda en que El Observador circula el boletín de Ayuda a la Iglesia que Sufre. En la primera vez se tocó a Iraq. Hoy es el turno a los católicos perseguidos en China.
La Iglesia en Cuba, tantos años silenciada por el régimen castrista, ha adquirido nuevos bríos, sobre todo con la anunciada visita el próximo mes de septiembre del Papa Francisco a la isla caribeña, antes de su pasaje en los Estados Unidos.
Un nuevo reporte sobre las violaciones a la libertad religiosa sufridas en México, hecho público el día de ayer por la organización Christian Solidarity Worldwide (CSW), reveló que en este país fueron asesinados en 2014 más sacerdotes católicos y líderes laicos que en ningún otro país del mundo, mientras que líderes cristianos de otras denominaciones enfrentaron un trato similar por los grupos criminales.
La persecución contra los cristianos en el mundo es una carnicería que los medios de comunicación han procurado olvidar, cuando no burlarse de ella. Estarían en su «derecho» de no atenderla, pero sucede que se trata de la muerte de entre cien mil y ciento treinta mil personas cada año. Una muerte por la fe en Cristo cada cinco minutos no es cosa de risa. Es una horrorosa matanza perpetrada en la impunidad de quienes odian al Amor.
Tras el éxito de la película Cristeros , protagonizada por un reparto multiestelar, se está exhibiendo la película Los últimos cristeros , del joven cineasta mexicano Matías Meyer. Un filme poético, que recupera el relato de Antonio Estrada, Rescoldo, sobre los ecos de la guerra cristera en el estado de Durango, cuando ya todo parecía «arreglado» entre la Iglesia católica y el gobierno.
Menudo jaleo se ha armado por la reforma al artículo 24 de la Constitución. Es el que habla de la libertad religiosa. Uno de los 30 derechos humanos fundamentales, que en México aparece como un derecho de segunda división. Nadie lo pela. Y cuando lo pela alguien es para criticar –cómo no—a la Iglesia católica. También a los católicos que defendemos este derecho humano, como válido y necesario para la paz.
En la penúltima sesión de la legislatura de Querétaro, por 17 votos en favor y uno en contra, fue aprobada la reforma al artículo 24 constitucional propuesta por el Senado de la República.