El gran Chesterton decía que las estadísticas son mentirosas. Que si su vecino se comía un pollo y él ninguno, el resultado daba a medio pollo por cabeza. Y, desde luego, nada explicaría el hambre del que se quedó sin pollo.
Los últimos dos meses ha habido una atracción brutal, por parte de los medios, en torno a las encuestas presidenciales. No hay mucho que añadir a los ríos de tinta que han corrido sobre este particularísimo movimiento electoral mexicano. Continuar leyendo