El nombre de Dios

Roberto BenigniHemos perdido esa valiosísima costumbre.  Mi suegro, la usaba cada vez que iba a emprender una acción: “En el nombre sea de Dios”.  Luego agregaba: “Y de María santísima”.  Volteaba su mirada pícara y te decía: “Con esa compañía, ¿qué cosa mala te puede pasar?”  Ninguna, por supuesto.  Pero ya no lo decimos.  ¿Será porque ignoramos el verdadero nombre de Dios? Continuar leyendo