El otro día leí la opinión de un señor que, diciéndose ateo, nos reclamaba a los católicos por la falta de inteligencia para cuestionar «dogmas pasados de moda», como el celibato sacerdotal o la prohibición del divorcio. En la época en que todo se cuestiona, nosotros permanecemos sumisos: si todo el mundo lo hace y la Iglesia lo prohíbe, lo que está de más es la Iglesia, decía este señor.
Pórtico
Editoriales publicadas en la sección “Pórtico” de El Observador de la Actualidad
Demoler lo sagrado
La radiografía de los ataques brutales a la Iglesia, por los casos de pedofilia de algunos religiosos, sobre todo en Alemania (infames, sí, pero inflados de una manera exorbitante por los medios de comunicación), da como resultado, en la opinión de gran cantidad de católicos, el esqueleto de un enfermo terminal.
Cómo no te voy a querer
Cómo no te voy a querer, Iglesia mía, una y santa, una y católica, una y apostólica, si tú me has dado sentido y pertenencia; si tú me has llenado el corazón de ganas de perdonar; si tú conmemoras, a diario, en cada rincón de mi Patria, el sacrificio puro y santo de Jesús por el perdón de mis pecados.
Palabras necesarias
La carta del Papa Benedicto XVI a la Iglesia de Irlanda hará historia. Por varias razones, principalmente, por la valentía de un pontífice que —por amor— se ha atrevido a decir las cosas por su nombre. En la hora de la verdad, Benedicto XVI no duda un segundo en afirmar que los actos cometidos por algunos sacerdotes en Irlanda son crímenes abominables, ante Dios y ante los hombres. Así, sin rodeos, directo, contundente.
Fidelidad
Los pecados contra el sexto mandamiento se han multiplicado, incluso dentro de la propia Iglesia católica. Es una pena, una terrible pena. Pero se explica (aunque no se justifica) por la atmósfera súper erotizada que han creado los medios de comunicación. Todo vale con tal de que cumpla con acrecentar mi propio placer. Usar al otro, hacerlo objeto de mis apetencias, destruir la familia, acabar con la virtud, con el valor, con la práctica de la fidelidad…
Decadencia
El cuarto Mandamiento es muy sencillo: «Honrarás a tu padre y a tu madre». Dije muy sencillo, porque es natural al ser humano honrar a aquellos que colaboraron con Dios para que tuviéramos el don inmenso de la vida. Pero nos lo han vuelto anormal. Y nosotros lo hemos permitido. Déjenme darles un ejemplo.
Mil 166 millones
El Anuario Pontificio 2010 indica que ya somos mil 166 millones los católicos en el mundo. En México, el censo de este año seguramente dará una cifra cercana a los 90 millones de personas. En el planeta somos 17. 4% del total de la población; en México, el 88%.
Lo que nos faltaba…
Los señores diputados federales —que de tan buena fama gozan entre la población— han decidido, en un golpe de inspiración solamente atribuible al interés que tienen de fomentar nuestro progreso, reformar el artículo 40 de la Constitución y hacer que, además de representativa, democrática y federal, nuestra República sea laica.
Cuarentas días para cambiar al mundo
Inicia la Cuaresma. El mensaje de Benedicto XVI, tan bellamente resumido por don Mario De Gasperín, toca el núcleo de la paz, del desarrollo humano, del amor y del perdón: la justicia. La Cuaresma es el tiempo litúrgico que nos hace uno con Cristo a través del ayuno, de la oración y de la limosna y que nos prepara para vivir en la justicia que es, como decía Joubert, «verdad en acción».
Nueva ágora
En su Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales 2010, el Papa Benedicto XVI llama a los sacerdotes a usar los medios digitales (internet, blogs, chats, YouTube, FaceBook, Twitter…) para llevar a cabo su tarea primaria: «anunciar a Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, y comunicar la multiforme gracia divina que nos salva mediante los sacramentos».