El pasado mes de septiembre, al participar en el evento “Los 300 líderes más influyentes de México”, el presidente Enrique Peña Nieto dijo que para combatir la corrupción se debe partir de reconocer que “es un asunto de orden cultural”; y llamó a construir “una nueva cultura ética” en la sociedad mexicana.
Muchos críticos y periodistas reaccionaron —y con razón— ante la consideración presidencial de implantar la corrupción en el seno mismo de nuestros usos sociales, en su génesis. Continuar leyendo
Está en boga el término “nueva evangelización”. Es nueva no porque cambie el Evangelio, sino porque cambia el método, la manera, la forma de comunicarlo. Nuevos ardores y antiguas esperanzas: que el Evangelio cambia el corazón de piedra y lo vuelva un corazón tendido al prójimo; un corazón amoroso.
os miedos, como las geografías y las modas, cambian de región en región. No se puede hablar de un miedo “universal” pues lo que para algunos es terrible, para otros, simplemente pasa desapercibido. Factor importantísimo de los miedos son los medios de comunicación.
Con finísima percepción de lo que ocurre en la actualidad, los padres sinodales presentaron, en la conclusión final del encuentro sobre la familia, el primero y más grande desafío que enfrenta ésta: “Ante todo, está el desafío de la fidelidad en el amor conyugal”.
Llevaba muchos años diciendo a mis amigos, a mi hijo, al embajador de Francia, al que quisiera escucharme, que Patrick Modiano merecía —más que ninguno otro— el Premio Nobel de Literatura. Sus seguidores somos una apasionada pandilla de nostálgicos del París de los años sesenta, que no vivimos, pero que a través de él vivimos; de la ocupación alemana de los cuarenta, que él no vivió (nació en 1945, en agosto, cuando la guerra había terminado para los europeos), pero que le ha obsesionado como sus orígenes, como su identidad, como la culpa que arrastra su generación.
En el Sínodo Extraordinario sobre la Familia se han discutido muchas cuestiones. Son –por decirlo así—rounds de sombra, es decir, diagnósticos finos y precisos sobre problemas que enfrentamos como familias en nuestro mundo. Pero solamente son diagnósticos. Nadie espere de éste encuentro de los obispos con el obispo de Roma definiciones y estrategias. Habrá que esperar al próximo mes de octubre de 2015.
Solamente hay una profesión más peligrosa que ser alcalde en México: el periodismo. Según una información reciente de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), del año 2000 a la fecha (septiembre de 2014), han sido asesinados 81 periodistas; un promedio de seis informadores cada año.
En los medios, el Sínodo extraordinario sobre la familia que se celebra en El Vaticano por estos días, ha aparecido éste como una revolución, como una guerra civil que enfrenta a los “buenos” (los partidarios del Papa Francisco) y los “malos” (los dogmáticos). Como casi siempre pasa, por simplificar se acaba mutilando la realidad. Y la realidad es que no existen tales bandos. No es una película de indios y vaqueros.
El pasado 25 de septiembre los aficionados al beisbol vivimos una jornada alucinante: la despedida del capitán de los Yanquis de Nueva York, el parador corto Derek Sanderson Jeter. Un jugadorazo en toda la extensión de la palabra. Pero, sobre todo, un profesional, y un ser humano con la humildad suficiente como para procurar no acaparar micrófonos, titulares, rutilantes affaires con las mil novias que ha tenido; como para anunciar que se va del beisbol con un año de anticipación.
En México el silencio, la impunidad y la indiferencia son parte fundamental del segundo de los crímenes más “lucrativos” del país, solamente detrás del tráfico de drogas: la trata de personas que, en su vertiente de trata de niñas y niños enfrenta quizá su perfil más aterrador.