El cosmólogo Max Tegmark (Estocolmo, 1967) director del Future of Life Institute (MIT, en Cambridge, Estados Unidos), es autor de un texto muy importante: “Vida 3.0. Ser humano en la era de la inteligencia artificial”. En él, habla de las oportunidades que la Inteligencia Artificial General (IAG) puede presentar a los seres humanos; pero, también, de los enormes riesgos que provienen de descartar el factor humano de la vida en el planeta.
Tegmark cree que en pocas décadas la IAG “superará” al hombre. Puede ser extraordinariamente benéfico: robots súper inteligentes harían nuestro trabajo, pensarán por nosotros, obtendrán energía de los agujeros negros (y no de fuentes no renovables), etcétera. Pero, ¿les daremos las órdenes necesarias? ¿No habrá, como siempre ha sucedido en la historia de nuestra civilización, aquellos que se den a sí mismos la “autoridad” para mandar sin considerar a los otros?
En un reciente reportaje del periódico español El País, para evitar el Apocalipsis, Tegmark considera que la comunidad global debe implicarse en un debate para orientar el desarrollo de la inteligencia artificial en nuestro beneficio. “Esta discusión deberá afrontar problemas concretos, como la gestión de las desigualdades generadas por la automatización del trabajo, pero también un intenso esfuerzo filosófico que triunfe donde llevamos siglos fracasando y permita definir y acordar qué es bueno para toda la humanidad para después inculcárselo a las máquinas”.
Justamente es ahí donde el pensamiento fuerte debe entrar en funciones. Tenemos que orientar nuestro sentido de la educación para que a las generaciones futuras no las toma la llegada de la IAG desprevenidas, usando conocimientos obsoletos y dejando de preguntarse el porqué y el para qué de las cosas. Como dice Thomas Nagel en su pequeña introducción a la filosofía “What does it all mean?” (“¿Qué significa todo esto?”), no podríamos avanzar en la vida sin preguntarnos sobre las ideas del tiempo, de los números, del conocimiento, el lenguaje, lo que está bien y lo que está mal, y es la filosofía la que nos guía en ese camino.
Se trata de ser humano en la era de la inteligencia artificial, y eso sólo se logrará introduciendo lo que hemos sacado de nuestras vidas, de la educación, de las escuelas, del día con día: la “peligrosa novedad de pensar”. En serio, si se mira a las motivaciones de las compañías que están desarrollando inteligencia artificial, la principal es ganar dinero. Tenemos que oponerle el pensamiento.
Publicado en la revista Siempre! (8 septiembre 2018)