Dentro de un mes, el Papa Francisco estará pisando suelo mexicano, en un viaje apostólico anhelado por los católicos (83 por ciento de la población mexicana) y esperado, con múltiple actitud, por los no católicos.
Para Aleteia es muy importante buscar a las voces más autorizadas de México, y de América Latina, para tratar de entender tanto el trasfondo del viaje apostólico, como la personalidad misma, la decisión de actuar desde la Misericordia de Dios, del Papa.
Por ello, hemos iniciado una serie de entrevistas, reportajes, colaboraciones y suplementos informativos que podrían darle al lector, de cualquier país de habla hispana, una idea de la trascendencia de este viaje, el periplo que ha emprendido el Papa Francisco en el que más ciudades va a visitar en un solo país.
En este sentido, hemos entrevistado al historiador y analista mexicano Jorge Traslosheros Hernández, quien es parte del equipo de expertos que forman el Consejo Editorial del periódico El Observador e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Hay una enorme dificultad de los medios de comunicación en México –como reflejo del resto del mundo—de entender al Papa, ¿no le parece?
Lo más difícil de entender para los medios seculares, particularmente políticos, es que estamos ante un Papa católico y, por ende, con vocación universal. No es de izquierda, centro o derecha. Mucho menos un peronista disfrazado como algunos despistados pretenden. Cualquier intento de meterlo en la estrecha geometría partidista genera confusión.
Muchos han calificado al Papa Francisco de liberal, comunista, qué se yo cuántas tonterías…
… y es que Francisco es, además, un católico profundamente ortodoxo. Esto quiere decir que se asume serenamente como hijo de la Iglesia para, con Jesús de Nazaret, aprender a mirar la vida desde la centralidad de la persona humana. Esto genera un pensamiento abierto a la justicia y la misericordia, como afirma él mismo; o bien a la caridad en la verdad, como decía Benedicto XVI.
Lo que pasa es que se liga ortodoxia con puritanismo
La ortodoxia católica nada tiene que ver con el puritanismo moral, con formas fundamentalistas del pensamiento, ni mucho menos con el fraude del relativismo. Francisco actúa y habla con serenidad y asertividad porque es, sin más, un católico ortodoxo. Nadie puede actuar correctamente si no piensa con claridad. La combinación de su ortodoxia con su calidez humana hacen de él un hombre de gran carisma.
Particularmente en México está el tema de la comparación con los cinco viajes de Juan Pablo II, muchos menos con el único viaje de Benedicto XVI… ¿Hay puntos como para señalar Juan Pablo sí, Francisco no?
El pontificado de Francisco está en plena armonía con sus antecesores y su viaje sólo podrá entenderse a cabalidad en la misma tesitura. Pretender una oposición o ruptura sería mover nuestra inteligencia al fracaso. Juan Pablo II, cuyo carisma era la imagen, logró que los católicos mexicanos nos reconciliáramos con la alegría de la fe porque nos ayudó a reencontrarnos como Iglesia en el espacio público. Benedicto XVI, cuyo carisma era la palabra, nos invitó a meterle inteligencia a esta fe para evitar que se desdibuje en puro sentimentalismo hasta hacerse infertil. Ahora, la presencia de Francisco, cuyo carisma es la cercanía pastoral, podría ser una gran provocación para que la alegría y la inteligencia se confabulen hasta generar una acción decidida a favor de la justicia en la misericordia, de la caridad en la verdad, para construir paso a pasito una cultura del encuentro.
¿Cómo siente usted el diseño del viaje a México del Papa? ¿Es adecuado, pastoral, político, de compromiso?
Las etapas de la visita de Francisco resultan muy significativas en la lógica del Evangelio, aunque poco digan al oportunismo político. Estará presente en esos lugares de nuestra mexicana humanidad olvidados por los medios y por nuestra clase política. Se encontrará con indios, ancianos, niños, jóvenes, familias, presidiarios, enfermos, trabajadores, en fin, con estas multitudes de personas lastimadas por la corrupción, la violencia y golpeadas por el olvido.
¿Qué pasará con la Iglesia mexicana después que el avión papal despegue de Ciudad Juárez hacia Roma el 17 de febrero próximo?
Espero, con esperanza cristiana, que la visita del Papa sea fuerte acicate para dar mayor impulso a los esfuerzos de la Iglesia en México. A través de su expansiva diversidad, la catolicidad puede ser decisiva para vencer a la cultura del descarte que nos atenaza entre la corrupción y la violencia. La Iglesia puede colaborar como ninguna otra institución de la sociedad civil a formar ciudadanía, a convertirnos de individuos aislados en personas solidarias capaces de vencer los instintos autoritarios del Estado y del mercado, así como la deriva nihilista del culto a Narciso. La misericordia nos urge.
Publicado en Aleteia