La nueva novela de Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) me ha dejado sin aliento. Anatomía de un instante es, de verdad, una obra mayor; una novela-reportaje sobre la imagen transmitida por Televisión Española el 23 de febrero de 1981, a las 6 con 27 minutos de la tarde, cuando el teniente coronel Tejero irrumpió con un centenar de guardias civiles en el Congreso de los Diputados, durante la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como nuevo presidente de gobierno, en sustitución de Adolfo Suárez.
Es, quizás, Adolfo Suárez el verdadero protagonista del texto. Porque el texto de Javier Cercas se origina, justamente, por la imagen congelada de Adolfo Suárez sentado en su escaño, mientras las balas zumbaban a su alrededor en el hemiciclo del Congreso; su figura enhiesta, casi se diría desafiante, mientras todos los demás ocupantes del recinto, desde los ujieres y las taquígrafas hasta los diputados y los periodistas, estaban boca abajo, protegidos de la balacera por sus curules, por las sillas, por las mesas, por lo que fuera.
Esa imagen -ese momento- de Suárez, un hombre hundido, roto, desprestigiado tras haber conducido la transición hacia la democracia en 1976, impertérrito (o, aparentemente impertérrito), valentón, envuelto en su concepto de presidente de gobierno, fue lo que desató una espléndida investigación que bien podría ser clasificada como una obra maestra del género (como lo fue Soldados de Salamina, el reportaje-novela sobre el instante en que un miliciano de izquierdas le perdona la vida al escritor falangista Rafael Sánchez Mazas, padre de Rafael Sánchez Ferlosio, en plena Guerra Civil, justo cuando la desbandada del ejército republicano hacia el Norte de España).
La anatomía del instante en que Suárez permanece sentado haciendo frente a las balas de Tejero y sus subordinados, resulta ser una verdadera disección, una radiografía al completo de los hechos, las veleidades, las circunstancias sociales, personales, públicas y privadas que confluyen en un intento de golpe de estado fallido, que bien pudo no serlo si no se hubieran cometido errores infantiles al momento de descarrilar la incipiente democracia española, como, en efecto, se cometieron por parte de los golpistas, y por una serie de aciertos -algunos de carambola- que tuvieron la gente cercana al Rey y el Rey mismo.
Además, demuestra que un golpe de esta naturaleza tiene muchas más dimensiones que la que nos presentan los medios, que la que se puede ver y entender de la imagen televisiva: que un golpe así, como una guerra, como una decisión de política, como cualquier cosa que confluye en el instante, tiene múltiples vertientes y que no se explica si no hay un intento honesto y despiadado de investigarlas, intuirlas, imaginarlas.
Javier Cercas comenzó escribiendo una novela sobre Adolfo Suárez y el 23-F, y terminó escribiendo sobre su propio padre: las dos Españas, las dos caras de una moneda que es la misma y que se empeña en no serlo, a fuerza de disparos, golpes de estados, trifulcas y canibalismos sin fin.