En el año 2011 la etiqueta más popular de Twitter fue sobre la de la caída del presidente Hosni Mubarak, Egipto y la llamada “primavera árabe”. Fue, por así decirlo, un acontecimiento totalmente twittero. Nació de la red social, se disparó por ella y, finalmente, generó el mayor volumen de etiquetas entre los usuarios.
Por otra parte, el Premio al Tweet de Oro fue para una campaña del restaurante de comida rápida Wendy’s, campaña destinada a recabar fondos para apoyar el cuidado, la crianza infantil. Cada mensaje reenviado a través de la red social, mandaba cincuenta centavos de dólar a una organización de la sociedad civil.
La primera tendencia es la cuestión política y de participación en los acontecimientos de la historia local que el Twitter lleva consigo. Los mensajes se producen y se difunden en tiempo real. No hay filtros institucionales ni necesidad de utilizar mecanismos costosos de comunicación que persuadan al usuario a no mandarlos. Tampoco hay censura. Ni posibilidad técnica de que la hubiera. El tweet se ha vuelto un arma política en manos de quienes estaban alejados de la política casi por definición: los jóvenes.
La segunda tendencia es más emblemática. Poco a poco, de la sordidez de un mundo sin valores, egoísta y entregado al consumo, va surgiendo la necesidad de favorecer al más débil. Que el Tweet de Oro se lo haya llevado una campaña de donación de fondos para una buena causa, significa que los tweeteros comienzan a encerrar en 140 caracteres como máximo el anhelo común de ayudar sin otro objetivo más que ayudar.
Con cien millones de usuarios activos, Twitter está transformando al planeta, le está dando una fisonomía que todavía no acaba por esclarecerse. Un nuevo lenguaje, cortante, altamente tecnificado, sin la menor propensión a lo literario. En México, junto con Facebook, ocupa treinta horas mensuales de quince millones de usuarios, no todos activos. Y avanza con un promedio de cinco mil tweets por segundo, según sus propias mediciones.
La idea, que nació de un fracaso, ha dotado de ganancias insospechadas a sus realizadores. También, ha significado el fin de muchas dictaduras de la comunicación, aliadas del poder. Y lo mejor es que está enfocando sus baterías hacia los valores humanos. Esto último le dará un poder inusitado a la solidaridad. Y a las campañas que para obtener recursos destinados al combate a la pobreza se llevan a cabo con medios casi siempre precarios. La tecnología para el bien es una buena noticia que deja el año.
Publicado en Revista Siempre!