Los “milenials” tomaron la batuta de la acción tras el terremoto del 19 de septiembre. Y de paso, también del 7 de septiembre. Y es que los “milenials” tienen en su mano las redes sociales. Lo cual fue aprovechado por muchos para hacer campaña de desprestigio a todo lo que sonara a pasado. Está bien. Perfectamente correcto. El pasado, sobre todo el pasado político de México, tiene que ser corregido. Posee una cantidad de grietas inmensas. Sobre todo, las grietas de la corrupción, del autoritarismo, de la impunidad y de la politización de todo lo que sucede en nuestra Patria.
Sin embargo, el terremoto que viene en el 2018, con las elecciones, requiere de otro tipo de movilización. Ésta, motivada por el horror del terremoto en áreas urbanas —que es el que captaron las cámaras de los celulares— ha acarreado una solidaridad social inmediata, preciosa en muchos sentidos y muy mal manejada por las autoridades políticas de varios lugares afectados. Corre el peligro de ser transitoria. Y de encenderse y apagarse por los casos (brutales) de rapiña política, empresarial y partidista. El asunto es que no se apague.
Los que vivimos el temblor de 1985 recordamos muy bien que la sociedad rebasó al régimen de De la Madrid. Por todos lados. Pero, sobre todo, en la capital. La solidaridad, expresada en rescatistas y en apoyos, fue grande. La respuesta gubernamental muy pequeñita. Pero, a la larga, los damnificados quedan damnificados. Y la vida en casas de campaña no es la más agradable de todas… Para ello, y para cambiar la política de México necesitamos ese mismo fervor solidario, organizado, pero con visión amplia. Es decir, cambiar el reflejo instantáneo del Facebook por el trabajo hormiga de una verdadera civilización. Dicho de otra forma: transformar el dolor por la catástrofe al ardor cotidiano por el bien de la comunidad, del barrio, de la colonia, del Municipio, del país.
El terremoto que viene no es —nadie lo puede saber— el que dicen que va ocurrir por la Falla de San Andrés. Por lo menos, para México, el terremoto que viene es el sacudimiento de la conciencia de lo inmediato y de su compañera la improvisación. Si algo nos deja este mes de septiembre de 2017 es la enseñanza de la fuerza de los “milenials” para sacar gente de los escombros de un edificio derruido. Que esa fuerza sea la que saque al país. También en ruinas.
Publicado en la revista Siempre!