En su libro En Busca de lo Real Perdido (Amorrortu, 2015) el filósofo, matemático y novelista francés Alain Badiou escribe lo siguiente: “Un síntoma interesante de nuestra sociedad es que el escándalo es en general un escándalo de corrupción. Resulta bastante curioso que la corrupción genere escándalo, ya que podríamos sostener que la sociedad está corrompida desde la A hasta la Z”.
Ciertamente en México pareciera ser que solamente existen los casos de corrupción política y algunos —pocos— de corrupción deportiva. Y esos son el motivo de escándalo de los medios. Pero, como dice Badiou, “resulta bastante curioso” porque la sociedad mexicana está corrompida hasta más allá de la Z, por así decirlo.
Ya desde hace tiempo sabíamos, por Transparencia Internacional capítulo México, que dos de cada tres actos de corrupción que se cometen en nuestro país son incitados o iniciados por la sociedad civil, por los ciudadanos. Ahora lo corrobora un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), en el que se asegura que mientras en los otros países del llamado “Club de los ricos”, 10 por ciento de la población ha sobornado a policías, en México el porcentaje se eleva a 60 por ciento.
El estudio lleva por nombre “Revisión de la Integridad en México. Tomando una Postura más Fuerte contra la Corrupción en México” y expresa algunas de las prácticas de corrupción ciudadana como, por ejemplo, evitar pagar impuestos, aceptar sobornos y ser el país de la OCDE en el que más se burla el pago del transporte público.
Es fácil echarle la culpa de la corrupción al gobierno. De hecho, se ha convertido en un “deporte” en México. Pero lo que los medios de comunicación no dicen, o dicen a medias, es que el meollo de la corrupción se encuentra en sectores no gubernamentales: 33 por ciento de los encuestados mexicanos aceptaron haber pagado un soborno en los siguientes sectores: educación, sistema judicial, servicios médicos, y de salud, permisos, impuestos, policía y servicios públicos.
Si México espera que del gobierno —sea del signo político que sea— venga la solución a la corrupción, el enmascaramiento del escándalo de la democracia que es la corrupción misma (según Badiou) seguirá gozando de cabal salud. Y la democracia, muerta.
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