Durante 15 años, cada dos meses, un grupo animado por Vicente Leñero se reunía para hablar de Dios. La muerte del autor de Los albañiles disolvió al grupo, pero su memoria y su intimidad siguen pendiendo de cada uno de ellos, de Estela Franco, viuda de Leñero, de Myrna e Ignacio Solares, Alicia y Paco Prieto, Javier Sicilia, Eduardo y Analú Garza; la hija de los Leñero, Mariana, y su esposo Ricardo Solar… Todos ellos han vertido sus memorias en el libro “Los católicos” que edita Proceso. El texto tiene como subtítulo la materia de la que tratan los artículos: “Vicente Leñero en torno a la fe”.
¿Qué hay detrás de la fe de Leñero? Una generación que sintió las sacudidas del Concilio Vaticano II y que descreyó, profundamente, en la jerarquía eclesiástica. Una generación tocada por la imposibilidad casi absoluta de compaginar –por el clero y por los jacobinos- en su vida literaria la fe y la cultura
Tras leer el libro me quedó el paisaje con la figura de un hombre con sed de Dios de fondo; una sed tranquila que corría en su sangre; una sed que no era necesario gritarla, tan solo era necesario “traducirla”. Así lo hizo en un hermoso texto en el que pone en lenguaje cotidiano las parábolas de Jesús.
Qué lejanas las nuevas generaciones literarias, las de la post-verdad, de este camino que toca el abismo. Al entronizar el sentimiento, la emoción personal, la expresión abrupta o la mera opinión, lo que se tuerce es el sentido propio de la literatura, de la poesía, incluso del periodismo: la redención.
Publicado en El Observador de la actualidad No. 1130