Jeffrey A. Kermes es hijo del Holocausto. Su madre y su padre se conocieron en Estados Unidos, pero ambos –de ascendencia judía— venían huyendo de Hitler. Su campo de trabajo ha sido la investigación de la forma como los líderes de las grandes corporaciones industriales, comerciales y de servicios ejercen su influencia.
Nada más alejado de un Papa de la Iglesia católica. Pero Francisco lo ha cambiado todo. Inclusive la visión de liderazgo de un ensayista judío acostumbrado a hurgar en el interior de las empresas y dar consejos a sus dueños sobre cómo conducirlas mejor. Kermes ha tenido que estudiar el catolicismo, se ha acercado a la Iglesia y ha transformado –mediante el reconocimiento de la humildad de Bergoglio— su noción de liderazgo.
Y a partir de ahí ha escrito un libro interesantísimo: Liderar con humildad. 12 lecciones de liderazgo del Papa Francisco. He aquí la lista de las lecciones que bien puede servir para un padre o una madre de familia, para una empresario o un empresario, para una maestra, un sacerdote…
- Liderar con humildad. La clave está en la idea de que si se tiene una posición predominante sobre otros, no se debe usar ésta para aplastarlos. Antes bien, para acompañar a los demás en su tarea vital. El diálogo es la puerta de entrada para mostrar lo que el otro significa para mí.
- Huele como tu rebaño. Es conocida la frase del Papa sobre los pastores “con olor a oveja”. Pero eso no es tan solo para los sacerdotes. Principalmente es para los líderes. Más allá de una actitud cosmética o de “relaciones públicas”, el oler como el rebaño es sinónimo del amor al propio rebaño.
- ¿Quién soy yo para juzgar? Quizá esta sea la frase del Papa Francisco más conocida en el mundo: “Si alguien es gay y busca a Dios y es de buena voluntad… ¿quién soy yo para juzgar?” Esta noción da pauta a una de las formas más sutiles y efectivas de liderazgo, pues el líder no juzga, evalúa.
- No cambies, reinventa. Muchos se han ido con la idea de que el Papa Francisco “lo está cambiando todo” dentro de la Iglesia. De hecho, no ha cambiado nada: ha reinventado la manera de vivir el catolicismo. Desde el Cónclave que finalmente lo elegiría Papa hasta hoy su método es el mismo: la misericordia.
- Que la inclusión sea tu prioridad absoluta. Una de las formas de liderazgo menos estudiadas es, justamente, la de Francisco: incluir a todos, a los de adentro y a los de afuera de la Iglesia, a “justos” y a pecadores. ¿Cómo? Pidiendo a todos que recen por él. Y si no saben rezar, “cuando menos que le echen buena onda”.
- Evita la insularidad. El primero de los gestos del Papa fue irse a vivir fuera de los departamentos papales, fuera de una isla. Necesita el contacto con la gente, si no, enfermaría (y el psiquiatra, dijo, “costaría mucha plata”). Ningún liderazgo se puede ejercer desde una isla.
- Prefiere el pragmatismo a la ideología. En varias ocasiones, Francisco ha dado una llave para abrir la puerta de la conducción de seres humanos: la realidad está por encima de la idea. Cuando actuamos de manera contraria, incluso en la misión católica, colocamos los caballos detrás de la carreta.
- Utiliza su enfoque en la toma de decisiones. Aquí es donde Krames se rinde ante Francisco. Le dice a los líderes que usen “el enfoque” del Papa para tomar decisiones en sus empresas (casas, trabajos, escuelas). ¿Cuál es? Consultar a otros, discernir, tomarse el tiempo, rechazar “el hígado”.
- Dirige tu organización como si fuera un hospital de campaña. El Papa lo ha dicho: la Iglesia es un hospital de campaña. Primero cura las heridas sin preguntar. Después acompaña. Finalmente confía en la libertad de cada quien. Las heridas se curan con amor. Y el amor no hace preguntas.
- Vive en la frontera. La frontera no es un lugar físico, no es una línea o un muro. Es una manera de ser testigos. La combinación –dice Krames—de una actitud mental positiva y abierta junto con el coraje y la audacia de salir de la zona de confort. La frontera es todo aquello “que no gira a tu alrededor”.
- Enfrenta la adversidad cara a cara. El Papa Francisco es un convencido de que si se ha cometido un error, lo peor que se puede hacer es ocultarlo. El líder puede equivocarse. El hombre es pecador. El líder debe reconocer su equivocación (por el bien de su grupo) como el pecador su falta (por el bien de su alma).
- Préstale atención a los no-clientes. Una de las grandes conquistas de Bergoglio ha sido, justamente, la de atender incluso a quienes son contrarios al catolicismo. Su cercanía con protestantes, luteranos, anglicanos, musulmanes, judíos…, es una enseñanza fascinante para todos. Porque si amamos solo a quien nos ama…
Publicado en El Observador de la actualidad No. 1131