Como una muestra de la vigencia de la fe frente al correr de la historia, un templo del siglo XVI, una joya colonial construida en pleno siglo de la conquista de México, de pronto ha emergido de las aguas del río Grijalva, en su ramal de alimentación de la presa Netzahualcóyotl, en el poblado nuevo de Quechula, en Chiapas (al sur del país).
Como un gran galeón que vuelve a la superficie, los restos del Templo de Señor Santiago, también conocido como el Templo de Quechula, ha surgido por la sequía que azota a esa región de México, al descender el nivel del río Grijalva (que lleva el apellido de uno de los primeros exploradores españoles de tierras mexicanas, en los albores del siglo XVI).
Según la explicación de los arqueólogos, el templo se abandonó por la gran peste que se sintió en la región entre 1773-1776. En 1996, los restos del templo fueron cubiertos por las aguas de la presa Netzahualcóyotl, en una de esa decisiones políticas que los gobernantes mexicanos son proclives a realizar, sobre todo por el poco aprecio que muchos de ellos tienen al pasado colonial
La sequía de este año ha provocado que el nivel del agua que el río Grijalva, que alimenta a la presa Nezahualcóyotl haya bajado unos 25 metros, lo que permitió que el templo ser visible. Se trata de la segunda vez que sucede. En 2002 el agua bajó tanto de nivel que podía caminarse incluso en el interior de la construcción.
La iglesia, en la localidad de Quechula y bendecida en honor de Santiago Apóstol, es obra del grupo de frailes dominicos encabezados por “el apóstol de los indios”, fray Bartolomé de las Casas que llegaron a la región habitada por el pueblo zoque a mediados del siglo XVI.
Mide 61 metros de largo por 14 de ancho y sus muros tienen diez metros de alto. El campanario de su fachada mide 16 metros y mantenía cierta importancia pues se ubicaba en el camino real de Chiapas, diseñado por los conquistadores españoles y que se mantuvo en uso hasta el siglo XX.
Publicado en Aleteia