El reciente estudio de María Amparo Casar, “México: Anatomía de la Corrupción” demuestra que, a 15 años de la alternancia política (2 de julio de 2000), los mexicanos presentamos un grave nivel de insatisfacción con la democracia, los partidos políticos y las autoridades de los tres poderes.
La investigación de Casar, auspiciada por el CIDE, encontró algo muy inquietante: que solamente 37 de cada cien mexicanas y mexicanos apoyan a la democracia, mientras que un bajísimo 27 por ciento “se encuentra satisfecho con la democracia (dato sacado del Latinobarómetro 2013).
Al poco aprecio de la democracia, los habitantes de nuestro país le suman una brutal desconfianza en sus representantes políticos: 91 por ciento no confía en los partidos políticos (ya no importa si son de izquierda, de centro, de derecha o todo lo contrario); 83 por ciento no confía en los legisladores y 80 por ciento no confía en las instituciones del sistema judicial (según el Barómetro Global de la Corrupción, Transparencia Mexicana).
¿Qué puede pasar con todo esto? Que algún mesías o algún sujeto autoritario tome las riendas del asunto, meta mano, se quede con el poder y, de paso, con la anuencia de la opinión pública. Visto al revés: si 9 de cada cien mexicanos confían en los partidos políticos, ¿en quién confiaría el otro 91 por ciento? ¿En una formación política nueva? Creo que el caldo de cultivo está preparado para que ascienda en 2018 un nuevo sujeto muy parecido a “El Bronco”.
Quizá no. No lo sé. Lo que sí me puedo imaginar es que en este 2015, con la reconfiguración que hubo del panorama electoral tras las elecciones del pasado 7 de junio, y con la memoria de la desilusión del bono democrático que venimos arrastrando desde el 2000, tocará el turno, ya y de una vez por todas, a la sociedad, a los ciudadanos.
Y también creo que es la hora del periodismo de recuperar su noción primaria: la de fundar ciudadanía mediante la información, la investigación, el análisis y la divulgación de un modelo de mexicano cuya “cultura” no sea la de la corrupción.
En el trabajo de María Amparo Casar se muestra cómo la prensa ha estado cada vez más preocupada por monitorear la corrupción en México. En efecto, en los últimos 18 años el número de notas sobre la corrupción en la prensa aumentó cinco mil por ciento. A la frecuencia habrá que sumarle propuesta. Y la propuesta es la ciudadanía controlando la democracia.
Publicado en Revista Siempre!