Carmen Aristegui es una de las periodistas más conocidas y con mayor credibilidad de México. Las encuestas realizadas sobre este particular, por empresas independientes a los grandes corporativos de televisión y radio en el país, así lo indican.
Que MVS Radio anunciara mediante un comunicado de prensa, difundido en medio de un “puente largo”, que daba por terminada “la relación de trabajo” con la periodista Aristegui, no se explica por carecer ella de audiencia, de patrocinadores, de seguidores, es decir, de todo lo que alimenta el voraz apetito de las cadenas comerciales concesionadas.
“No podemos aceptar condicionamientos ni ultimatos de nuestros colaboradores”, explicaba el comunicado al poner como condición Aristegui el regreso de dos reporteros despedidos por MVS: Daniel Lizárraga e Irving Huerta, quienes fueron “separados de sus puestos” por “haber comprometido” el buen nombre de MVS para promover Mexicoleaks, un sitio para recibir filtraciones que pudieran destapar casos de posible corrupción gubernamental.
Recordemos, para el efecto, que Lizárraga y Huerta habían integrado un equipo de trabajo de reporteros que hicieron público, entre otros temas, el conflicto de intereses en torno a una vivienda del presidente Enrique Peña Nieto.
MVS ha publicado un nuevo código de convivencia que le viene bien a la empresa, en donde los reportajes especiales se trabajarán en equipo y no solamente con un conductor, como era el caso del equipo que coordinada Aristegui.
Este lineamiento se presentó días después de que Noticias MVS se deslindó de la alianza de medios conformada por Animal Político, Emeequis, Másde131, Periodistas de a Pie, PODER, Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D) y Revista Proceso, que lanzaron Méxicoleaks el martes 10 de marzo pasado.
He ahí la madre del cordero. Si se revisa quiénes son los que se unieron para detectar y filtrar casos de corrupción en México, son grupos periodísticos críticos, que no dependen de concesiones del gobierno para subsistir, sino que se ganan el boleto a tener audiencia.
MVS está en su derecho de anteponer decisiones a las cosas que crea que institucionalmente la van a afectar. Pero ahí no está la bronca: la bronca viene de mucho más atrás, viene del inicio del régimen de concesiones presidenciales. Y que, aunque con apertura en una reforma de última hora, sigue funcionando en la simbiosis malsana que se ha montado por casi un siglo en México.
Aristegui es una víctima más de la necesidad de proteger la corrupción que medios y gobierno mexicano proponen como modus vivendi. De ambos.
Publicado en Revista Siempre!