Uno de los efectos colaterales, si se me permite el término, del escándalo de Ayotzinapa ha sido volver unánime el rechazo y hacer que se levanten voces, voces creativas, en casi todos los estamentos del país.
En el corazón del centro histórico de Querétaro, frente al barroco templo de Santa Clara, se llevó a cabo el fin de semana pasado un inusitado maratón de poesía “en memoria de los que nos faltan”, es decir, en memoria de los 43 jóvenes normalistas desaparecidos hace casi mes y medio en Iguala.
Este maratón de poesía fue organizado por el Centro de Investigación Social Avanzada (cisav), cuya sede central está en Querétaro. El Centro basó su propuesta y el lema del maratón en las palabras de Felipe de la Cruz Sandoval, padre de uno de los normalistas desaparecidos: “Han lastimado a la humanidad y es ahí en donde les pedimos que nos mantengamos unidos, en el dolor, el sufrimiento, el coraje y la ira para exigir la presentación con vida de nuestros muchachos… El sufrimiento humano no se negocia… Las vidas humanas no tienen precio”.
En la convocatoria del maratón de poesía, que tuvo una numerosa afluencia popular, el cisav recalcaba que “un país que devora a sus hijos cava su propia tumba”. Para los investigadores del Centro, la desaparición de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa llena de inquietud a todos los mexicanos, “de por sí atravesados por el dolor y la indignación: le da rostro a quienes sufren y han sufrido anónimamente el cáncer de la injusticia que cimbra nuestra patria”.
“Quienes conformamos el cisav no somos ajenos a este grito que demanda justicia y paz, y nos unimos al gemido de los padres de los normalistas desaparecidos y a todos los mexicanos de buen corazón”, externaron en su comunicado-invitación a la defensa por medio de la poesía, de esta barbarie que tiene en vilo al país y que ha provocado una crisis sin precedentes en el ya de por sí violento Estado de Guerrero.
La poesía contra las balas y la violencia —dicen los investigadores del cisav—, es tanto como “asumir la creciente injusticia desde un incremento del compromiso hacia nuestros hermanos y en la reconstrucción solidaria del tejido social; queremos oponer a la violencia que lastima la humanidad una invitación a la solidaridad que la acoja y resguarde”. Finalmente, terminaron diciendo, “la violencia nos interpela como un llamado a ser corresponsables de la esperanza de nuestros hermanos, para que la muerte no tenga la última palabra”.
La iniciativa vale la pena, tanto por su creatividad, como por su fondo. Haciendo eco a la profecía de Gabriel Zelaya, sí, “la poesía es un arma cargada de futuro”.
Publicado en Revista Siempre!
Gracias por esta esperanza de vida que crea sin violencia lazos firmes para construir una mejor sociedad.
Ana