Marihuana

marihuanaEl PRD en el Distrito Federal la ha vuelto una de las ciudades más liberales del mundo, según dicen sus porristas.  Puede ser que se equipare a Berlín o a Ámsterdam, pero en lo malo, no en lo bueno de estas capitales de una Europa descreída y, ¿por qué no decirlo?, disoluta.

Como si los problemas de violencia y pobreza ya estuvieran resueltos, los legisladores capitalinos se han dado a la tarea de poner en el debate nacional un paquete de medidas que intenta liberalizar el consumo de marihuana y darle al Estado la capacidad de racionarla, sembrarla, distribuirla y cobrarla. Como en Uruguay, por ejemplo.

Si bien es cierto que el debate no se puede dar por concluido con anatemas o amenazas, también lo es que se trata de un debate inútil.  El principio de toda ley o iniciativa de ley debe ser fomentar el bien común.  Y nunca se ha sabido que el hombre saque de medios malos un fin bueno.  La mariguana –como lo demuestra el tema de la semana de El Observador—genera problemas físicos y psíquicos, pero al mismo tiempo difunde una adicción, principio de otras adicciones.  Eso, por más “progre” que le parezca al PRD, es meter a los ciudadanos no consumidores en un brete.  Resultaría, por ejemplo, que el que provocó el accidente en que murió mi hijo es inocente porque estaba bajo el influjo de una droga legal…

Los usos medicinales son otra cosa.  Pero estos amigos van por los usos “recreativos”, como en Colorado y Washington.  La cuestión está en saber qué tanta recreación tiene que consumir un adicto para estar “pacheco”.  No va a ser la que dicen los legisladores del DF, por supuesto.  Los cárteles engordarán.  La violencia crecerá.  Así es, señores.

Publicado en www.elobservadorenlinea.com