Platón (428 A. de C.) prefiguró —hace veinticuatro siglos— la tremenda reclusión de la realidad a la que está expuesto el hombre contemporáneo. En la analogía de la Caverna, una de las analogías más sensatas (no obstante más inverosímiles) de la historia de la filosofía occidental, hay una figuración previa del fenómeno que acontece (con la transmisión a distancia de imágenes y sonidos, y con la recepción en una pantalla en lugar de la hoguera crepitando) dos y medio milenios más tarde.
He aquí un resumen de la Caverna: “Hay una serie de hombres prisioneros en una caverna que jamás han visto el mundo exterior. Están atados con cadenas y de espaldas a la puerta. Ni siquiera pueden girar la cabeza para verse los unos a los otros o para ver la luz del sol. Hay un fuego ardiendo delante de la diminuta puerta de la caverna. La gente que pasa por delante del fuego proyecta su sombra y la de sus cargas en la pared que los prisioneros tienen delante. Si alguien habla al pasar, sus palabras resuenan en esa pared de modo que los prisioneros dan por sentado que son las sombras las que las emiten. Puesto que se encuentran en esa situación desde que nacieron, los prisioneros creen que la realidad no es más que ese despliegue de sombras parpadeantes. Si de repente quitaran los grilletes a uno de esos hombres, le hicieran darse la vuelta y mirar la luz, el fuego y el sol lo deslumbrarían y le harían daño. Dado que no está acostumbrado a la luz no podría ver con claridad a los que pasan por delante de la caverna. Le costará creer que el mundo que ve ahora es más real que el que ha visto desde siempre. Antes de contemplar objetos a plena luz del día, deberá mirar cosas menos luminosas, como las estrellas del cielo oscuro o como objetos reflejados en el agua. Con el tiempo incluso será capaz de mirar directamente al sol y descubrir que es el que determina las estaciones y hace posible sus percepciones…”.
En el seno de un debate en Italia, el filósofo Giovanni Reale afirmó: “El drama del hombre moderno es el de estar recluido en la caverna de Platón. ¿No es ésta la televisión de nuestros días? ¿No vivimos encerrados dentro de la pantalla del televisor, donde discurren imágenes y voces que son ecos de las cosas reales?”.
A mí me parece que sí, que estamos encerrados en universos de ficción paralelos y que percibimos la realidad como un juego de sombras expresadas no por el mundo real (los hombres, las cosas, la cultura), sino por una interpretación del mundo que alguien está haciendo para motivar de nosotros algo: por ejemplo, la aceptación de una intervención armada en Siria, como se hizo con Iraq. ¿Qué podemos saber nosotros sino ese juego de sombras que a través de los medios se nos suministra como sucedáneo de la realidad; como si fuera la realidad misma?
Publicado en Revista Siempre!