Cómplices

explosionLa reciente explosión de una pipa en San Pedro Xalostoc, con resultado de 25 personas fallecidas; la muerte de una señora en la colonia Roma en la ciudad de México, atropellada por una mujer en estado de ebriedad, a las 7 y media de la mañana y que se ostentaba con «influencias de arriba» para largarse de la escena y dejar tirada a su víctima; el escándalo de la hija del Procurador Federal del Consumidor, amenazando a un restaurantero de la colonia Polanco (y cumpliendo su amenaza) de mandarle cerrar el local porque no le daba la mesa que quería; el asesinato a golpes del nieto de Malcolm X en un bar de Garibaldi, otra vez en el DF, porque se negó a ser asaltado con la cuenta… todos estos episodios de prepotencia, impunidad, violencia y dejadez hablan del hundimiento moral en el que estamos.

La capital del país es el faro y el embudo de México. Los hechos arriba narrados nos dan la idea que la otrora «región más transparente del aire» se está convirtiendo en el teatro de una Patria que no alcanza a entender ni sus raíces cristianas ni su vocación humanista.

Estas raíces y esa vocación habían de ser para toda América, si el acontecimiento guadalupano estuviera inscrito en el corazón de nosotros, de los que fuimos favorecidos por Dios al haber hecho aquí lo que no hizo por ninguna otra nación: enviarnos a Nuestra Señora con la misión de civilizar en el amor lo que se estaba convirtiendo en el escenario de la guerra entre dos culturas.

Los atónitos hijos de los mexicanos buenos miran con tristeza tanto despropósito y tanta maldad acumulada. Es hora de que hablemos y demos testimonio de bondad. El silencio es cómplice.

Publicado en El Observador de la Actualidad