Finalmente los directivos de los medios de comunicación de alcance nacional firmaron un Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia. En el Museo Nacional de Antropología, en un set de tv montado ex profeso para la ceremonia, los medios se propusieron seguir criterios editoriales comunes para evitar el avance de la delincuencia organizada en la conciencia del público, en la opinión generalizada de que los narcos “libran una buena batalla porque en México no hay otra oportunidad de hacer dinero”.
Tres son, por los menos, las líneas transversales del Acuerdo: a) no interferir en el combate a la delincuencia; b) dimensionar adecuadamente la información y, c) no ser voceros de los criminales. En otras palabras, los medios han decidido quitarse de los reflectores, sacar las manos del la “exclusiva” y comenzar a darle al horror de una guerra el carácter de horror y no de espectáculo. Los noticiarios van a tener que ser más serios. Los conductores más informados. Es una batalla contra un ejército poderoso: no se le puede hacer el juego.
Los objetivos del Acuerdo buscan construir una serie de líneas comunes “para que la cobertura informativa de la violencia que genera la delincuencia organizada con el propósito de propagar el terror entre la población no sirva para esos fines”. Añade: “Bajo ninguna circunstancia, los medios debemos justificar las acciones y los argumentos del crimen organizado y el terrorismo”. Como, por ejemplo, sucede en España: cuando eta ataca, todos los medios, todos los partidos políticos, todas las organizaciones gremiales se hacen una sola voz. No se admiten discusiones personales que les abran una “ventana de oportunidad” a los terroristas de reivindicar la violencia.
Como buena voluntad es correcto el planteamiento. Pero falta ver cómo se va a poder llevar a cabo en un país como el nuestro en el que todo, absolutamente todo, se politiza. Dicho de otra forma: un país en el que la información ha sido usada por el poder para llevar agua a su molino. Y los medios, en especial el de mayor penetración (la televisión), le han servido como soldados al servicio del molino. Dice el Acuerdo que a los criminales no se les va a volver héroes públicos y que van a “omitir y desechar información que provenga de los grupos criminales con propósitos propagandísticos”.
No existen recetas para lograr tan importante misión. Pero de una cosa debemos estar seguros: de que si no se transforma radicalmente el modelo comercial irresponsable que han seguido los medios hasta hoy; el dichoso Acuerdo quedará en un amago a “los malosos”. Y será una desilusión más para los mexicanos aterrados como lo estamos por el avance de la violencia en todos los rincones de nuestra patria.
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