El eje bolivariano, auspiciado y dirigido por los petrodólares de Hugo Chávez, ha dado una serie de bonitos ejemplos de lo que significa la paradoja o el cinismo. Por un lado, hablan de un nuevo socialismo que libere a los pueblos de la esclavitud y, por el otro, se dedican, con singular alegría a agredir periodistas, a acosar judicialmente a los medios, a asfixiarlos económicamente, a retirarles la publicidad oficial, a elevarles los impuestos y, cuando sobreviven al tsunami oficialista, a cerrarlos.
Si el presidente Chávez de Venezuela ha marcado la pauta, no ha faltado quien lo siga muy de cerca.
Tal es el caso de los presidentes de Ecuador, Rafael Correa; de Bolivia, Evo Morales; de Nicaragua, Daniel Ortega y la pareja presidencial argentina de Néstor y Cristina Kirchner. Correa ha convertido a la prensa en su principal enemigo, mientras que ha puesto en jaque al canal de televisión ecuatoriano Teleamazonas y ha puesto en cuenta regresiva muchas otras emisoras de radio y TV que no le gustan al señor. ¿La solución?
Les va a cancelar su licencia de funcionamiento. Además, sacó del cajón del olvido, una ley de 1975 mediante la cual es posible emprender procesos judiciales en contra de los medios que “atenten contra la seguridad nacional”. O sea, cualquiera que no esté de acuerdo con el propio Rafael Correa.
Mientras tanto, en Bolivia han ocurrido poco más de noventa agresiones en contra de periodistas en lo que va del año. Evo Morales, simplemente ya no habla con la prensa. Y un buen día se aventó la puntada de decir que noventa por ciento de los periodistas bolivianos no son dignos de crédito, pues mienten y acusan al régimen. “Sólo el diez por ciento de los periodistas son dignos”, dijo el s e ñ o r Morales, en su disfraz de padre celestial. Ortega, el sandinista reciclado, trae por la calle de la amargura a los medios contrarios a su impoluto pasado. Por principio de cuentas, le da pautas de publicidad preferentemente a sus familiares, asedia a los periodistas incómodos mediante el poder judicial y, si no hacen caso, les manda a turbas “voluntarias” para que los apaleen.
Y, finalmente, Argentina. Los Kirchner han echado a andar una batalla contra el mayor grupo de comunicación del país, Clarín, afectando sus intereses y dándole al gobierno un mayor control sobre los medios privados de televisión y radio y sobre los contenidos emitidos. Tras la batalla en contra de Clarín seguirán los otros medios que publican cosas que no les gustan a don Néstor y su señora.
Este Socialismo del siglo XXI es lo más parecido que ha visto la historia
Publicado en SIEMPRE! 20 septiembre 2009 No. 2936