Santa Fe de Querétaro es una asociación civil que opera, desde hace más de diez años, en este territorio del centro de México, con un éxito inusitado. Ha logrado que muchas mujeres —sobre todo mujeres— de las áreas rurales y semiurbanas, en pobreza extrema, se pongan de pie mediante la puesta en marcha de pequeñas empresas productivas.
Se trata de la llamada «revolución del microcrédito», es decir, la herramienta número uno en el mundo para salir de la miseria. Son créditos pequeños, que van creciendo con el tiempo, que se trabajan en grupo solidario y que permiten a quien tenga iniciativa los elementos para poder llevar a cabo un negocio. No todas las mujeres tienen éxito. Pero algunas sí, quizá la mayoría.
Y eso es lo que verifica este espléndido trabajo de historia oral —único en su género— realizado por Luz Amelia Armas Briz, maestra en estos menesteres, que nos entrega hoy —bajo el sello editorial de la propia microfinanciera Santa Fe de Querétaro y de la Sociedad de Investigación y Divulgación de la Cultura S.C.— doce testimonios de doce mujeres queretanas de carne y hueso que, con el crédito a la palabra de Santa Fe, con su tesón, su fuerza extraordinaria, sus ganas de vivir una vida mejor, han dado el paso para montar un restaurante, una miscelánea, una papelería, una tienda de abarrotes, una línea de artesanías, un invernadero, un criadero de conejos…
Nombres, que son rostros, que son historias
María Pueblito Hernández, Cirila Camacho, Brenda Palafox, María Melquíades Montes, Rafaela Rangel, Cristina Ortiz, Juana Velásquez, Rosa María Trejo, Claudia Hernández, Faustina Reséndiz, Ana Isabel Trejo y Claudia Pacheco, son las doce historias que escogió Luz Amelia Armas Briz, de entre cincuenta más, para mostrar cómo una mujer a quien se le da confianza se convierte en el ser humano más dotado para salir de la pobreza.
Hay que recordar que en México la miseria tiene rostro de mujer. Pero no existen mejores administradoras, mejores pagadoras, mejores emprendedoras que ellas. El problema es que la sociedad —mediante la apropiación machista de la economía— no ha sido capaz de «empoderarlas». Santa Fe de Querétaro hace eso. Y los resultados están a la vista, son sorprendentes, son esperanzadores.
La pobreza puede ser vencida si hay solidaridad en su contra. Santa Fe de Querétaro necesita «padrinos» para acreditar a más mujeres. Y México necesita más mujeres como las que se retratan en este libro, para llegar a ser una Patria con dignidad y desarrollo humano integral. Sin las mujeres, nunca.