Refundar, ¿qué?

Por todos lados se escucha de los panistas que hay que “refundar” su Partido.  En doce años de gobierno federal supieron sacar lo peor de sí y lo mejor del pequeño priista que llevaban dentro.  Y hoy están en la tercera fuerza política del país.  Aquí les fue mejor.  Pero no mucho.  Perdieron la presidencia de la capital del Estado.

¿Refundar es el término adecuado para lo que tiene que hacer Acción Nacional?  Eso estaría bien para un Partido pragmático.  El PAN, fundado en septiembre de 1939, nació de la doctrina social cristiana.  “Si alguna vez hay que dar un nombre a la doctrina de Acción Nacional, será el de Humanismo Político”, dijo don Efraín González Luna refiriéndose al documento original de la Convención Constitutiva del PAN.  Han pasado 73 años desde entonces y esta filosofía política todavía se encuentra pendiente de aplicación.  Es volviendo a ella como el PAN podría encontrar alguna diferencia que lo volviera a situar en la preferencia del electorado.

De 1997 a 2012, el PAN gobernó la capital de Querétaro sin lograr, finalmente, establecer una diferencia perceptible en el electorado frente al PRI.  Algo similar sucedió con el gobierno federal (2000-2012) o con el estatal (1997-2009).  Ahora, un grupo de veinte notables panistas (de treinta o cuarenta, lo mismo da) ha sido designado para rescatar del desastre a esa organización.

Lo que sucederá en principio será la repartición de culpas.  Que si presidencia no apoyó a la candidata, que si Cordero y Creel jalaron para otro lado, que si Gil fue un pésimo director de campaña, que si Josefina no la hizo en el primer debate…  En el Municipio se habla de traiciones y guerras sucias internas.  Como en los viejos tiempos del PRI, el enemigo de los panistas queretanos estaba en casa.  El propio presidente Calderón vino a Querétaro, en reunión con legisladores panistas electos, y reconoció responsabilidades internas, divisiones y puñaladas.

Quizá se haga una reingeniería que no dejará de ser cosmética.  Mi tesis es que si el PAN no vuelve a sus orígenes, pronto llegará a ser la cuarta fuerza política nacional.  Y dejará el camino abierto al PRI para que ejerza el poder por muchos años más.  El gran pensador del humanismo, el filósofo católico francés Jacques Maritain, solía decir que “la esencias exigen ser respetadas”.  El PAN nació como una escuela de ciudadanos y no como una facción política a la que le dominara “el apetito de un triunfo próximo”, en palabras de Manuel Gómez Morín.

Esto marcó, desde 1939 a 2000 (tres años antes en Querétaro), un estilo de vida apegado a la doctrina social cristiana, y un modelo de hacer política muy contrario al mero pragmatismo en que cayeron sus representantes populares. Al grado tal que el ex presidente Fox, el que iba a “sacar a patadas” al PRI de Los Pinos, en estas elecciones actuó como un vice-Videgaray, echando una mano tremenda al PRI y al virtual presidente electo, Enrique Peña Nieto.

El cálculo político es el que está detrás de todo apetito de un triunfo próximo.  Como se suele decir, los que a partir de él actúan, piensan nada más en las próximas elecciones y no en las próximas generaciones.  Se vuelven émulos de Maquiavelo: para ellos es más prudente “ser cruel que ser compasivo”, y terminan aplaudiendo lo que antier consideraban el origen de todos los males.

No, no es la tarea refundar al PAN. Tampoco de rediseñarlo. Con que volvieran a la doctrina del humanismo político sería suficiente.

Publicado en el periódico El Universal Querétaro