Sucedió un domingo, en la parroquia de San Pablo de la Cruz, en Corviale, una barriada del extra radio de Roma. El protagonista se llama Emanuele. Tiene diez años y tres hermanos. Los cuatro fueron bautizados. Su padre murió hace poco. Y temía que no estuviera en el cielo. Pero no podía expresarlo en público.
El Papa lo llamó, le pidió que le susurrara al oído su inquietud. Le dijo unas palabras a Emanuele y éste regresó, envuelto en lágrimas (de sinceridad extrema) a su lugar entre los otros niños del barrio. Continuar leyendo